Múltiples son los relatos que se han podido escuchar sobre esta casa, aquí expondremos algunos de ellos. Antes de nada, hemos de informaros que vamos a hablar de la que posiblemente sea la casa más antigua del pueblo. Ella ha visto entre sus paredes la vida de múltiples familias, de guardas del estado, así como la alegría que ensalza una posada. Ella, desde sus posibles quinientos años, será el sujeto de todas nuestras historias, y a ella os presentamos. La casa con el número nueve en su fachada en la Calle Triana, cerca del Puente Viejo o como era conocido antiguamente, el Puente de Triana.
Las gentes evitaban pasar de noche ante su puerta y preferían dar un rodeo por el puente de la Calle Ronda, pero el secreto se guarda en su interior. La imagen de una madre con su hijo siempre llorando bajo aquel arco, el golpe continuado de los pies de los ahorcados en el camarote, las sombras que se pasean fugázmente entre sus pasillos, el llanto de los niños, el grito desgarrador de una mujer que despertaba a todos los que dormían, palabras y conversaciones que se escuchan allí donde no hay nadie, el grito de la palabra bruja, respiraciones profundas y entrecortada, y la imagen de un niño deambulando con su rostro anciano entre las habitaciones de la casa.
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