Los recuerdos, las palabras, se detienen en ese momento en el cual estás moviendo la cucharilla en el espacio íntimo de ese mundo de aguas turbias que se encuentra acotado por paredes blancas. Un tintineo hueco y te das cuenta de que no has vertido en su interior nada para endulzar ese instante de implacable nostalgia.
Rasgas una superficie de papel y de
entre tus dedos, una sustancia nívea se desliza por una superficie metálica
hasta cubrir con su fino manto aquel espacio que sólo tu mirada puede ver y tus
manos abarcar, todo tu interior queda cubierto de una pequeña capa blanca que
te traen recuerdos.
Cierras lo ojos y alzas aquel cuerpo
metálico con cuidado, espumas y motas blancas se confunden entre tus labios,
sonríes y tus ojos se abren sobre aquellos otros que no te ven.
El aroma a café asciende entre girones
de nieblas blancas que se esparcen por el aire embriagándolo y la mañana ofrece
olores a preticor, que se funden y llegan a introducirse en lo más profundo de
nuestras almas.
Aún quedan algunas gotas por caer y
repiquetear sobre el empedrado gris de la calle, mientras las manos ciernen con
más fuerza ese pequeño y sutil objeto blanco que deja escapar de su seno nubes
difuminadas que desea inspirar con ansia. Su calor contracta con el gélido
aliento del alba.
El teatro en el que nos encontramos muestra
una escena velada y todo se rodea de un ambiente pintado con un lápiz de
grafito que deja poco espacio en blanco y ninguno en otro color.
Mis párpados se abren, mis pupilas se
dilatan y mis ojos miran esos otros que sé que no me ven, aunque esté
observando fijamente este rincón de la calle en el cual me encuentro sentado,
observando cómo mira tras la ventana, apartando levemente las cortinas.
No, ya no me ve, me pidió que saliese de
su vida, cuando unas palabras antes me rogaba que nunca saliese de ella, me
preguntaba dónde me había metido durante toda su vida, dónde había estado…
…me invitó y ahora puedo estar tras esos
hombros, mirándola en el reflejo del espejo que está a su espalda. No se ha
dado cuenta, nunca se dará cuenta de lo cerca que estoy, pero he de respetar su
palabra, he de respetar su decisión, nunca más me verá. Nunca más me sentirá aunque
yo soy ese aliento que necesita inspirar para tomar calor, quien la arropa por
la noche, quien cuida de sus sueños, quien cuida de sus hijos. Sí, estoy junto a
su piel y su alma, aunque no me vea, aunque no lo desee, mi silencio es por
ella y por él.
¿Quién es él?
Él son sus miedos, su terror, sus
monstruos, los que le han acompañado a lo largo de casi toda su vida, pero no
se puede imaginar lo cerca que están, pero de entre todos, hay uno que vive y
mora más allá del miedo, a él es a quien vigilo, a él es a quien ofrezco mi
tiempo, a él es a quien he de llevarme a la oscuridad, más allá del silencio,
más allá del olvido.
¿Quieres saber quién es?
Él es quien te ha pegado delante de tus
hijos, quien te ha humillado con palabras silenciosas, quien te ha mentido,
quien te ha despreciado en público, quien te ha violado, quien dice que te
quiere, quien desea que vivas día a día en tu muerte imperecedera… ese monstruo
aún permanece vivo en su mente, ese monstruo es el que yo persigo, al que
espero para destruir…
Ahora ya sabes lo que es el miedo, lo
que es el terror, te lo acabo de describir… yo espero su venida y poder visitar
en cada una de sus noches, sus sueños, y ante todo, su alma, desde hoy para
siempre.
No te preocupes, no soy un monstruo, sólo soy una sombra que está junto a ti, aunque no me veas, ni me sientas.
⸺Creo que tengo que decirte amigo mío, que desde pequeño he visto cosas que no entendía, con el tiempo fui comprendiéndolo, aunque nunca fue fácil, como ahora, no es fácil decirte amigo mío… de que estás muerto. ¿No te has dado cuenta de que nadie te ve, de que nadie te percibe? ⸺pudo observar como su amigo le sonreía.
⸺Amigo mío, mira el café, sólo nos han
puesto uno, yo sólo soy una sombra, pero aún así pueden verme, somos amigos
desde hace muchos años y nadie lo cambiará, pero, no te has dado cuenta de que
todo para ti siempre sigue siendo igual, de que nada ha cambiado, de que nadie
te habla ni te percibe… mi viejo amigo, tú eres quien murió cuando éramos niños,
pero no te importe, seguimos siendo amigos y ahora ella necesita nuestra ayuda.
Vuelve a asomarse a la ventana, sus ojos
son oscuros, profusamente oscuros, al igual que la noche, en lo más profundo de
sus pupilas me veo reflejado… me doy cuenta… de que aún me ama…
⸺¿Si eres una sombra y no estás muerto, y tampoco estás vivo… quién eres?
Quedan reservados todos los derechos de la propiedad intelectual.
Escalofriante Jesús, magnífico. Besos:D
ResponderEliminarGracias Margarita, discúlpame por contestarte tan tarde, pero ante todo, me alegra muchísimo que te guste, un fuerte abrazo.
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