- ¿Qué colores ves?
- Todos los que hay.
- ¿Y tú?
- Creo que yo también.
- ¿Cómo qué crees?, los estarás viendo. Allí puedes ver el negro, aquí el blanco y algo más allá, una buena gama de grises.
Un pequeño silencio los irrumpió.
- ¡No estés callado, dime qué ves!
- Creo que son algunos más, yo veo el azul, el rojo, el violeta, el verde, el amarillo, el negro, el blanco y el naranja. Conozco sus nombres, pero hay de otros que veo que desconozco cuáles tienen.
- No puede ser, sólo hay dos colores y la mezcla de ambos.
- Entonces... ven y acércate, dame la mano y siente como yo veo. A ese le llamo verde, a aquel amarillo, a este violeta, y estos que tengo entre mis manos son el rojo y el azul, con uno se pintan las amapolas y con el otro el mar. Hay muchos, creo que necesitaré tu ayuda para nombrarlos a todos.
- No puede ser, te estás confundiendo con la gama de los grises.
- ¿No los ves?
- No es que no los vea, es que no existen, te estás confundiendo.
- Posiblemente me confunda, pero ¿no te parece extraño que niegues los colores, tomando como referente a los dos únicos colores que los tienen y los rechazan a todos?
- No te entiendo.
- El blanco y el negro son los únicos que los contienen a todos, tanto por su presencia como por su ausencia... yo veo esos dos colores y muchos más, aunque también hay algunos que nunca he visto... ¿me ayudas a ponerles sus nombres?
Una niña pequeña se cruzó en el camino, se detuvo unos instantes y sonriendo nos dijo... - ¡hay colores que vuelan!
Gracias por haberme ofrecido esta conversación, al final que sucedió, la niña pequeña me dio la mano y nos alejamos mientras nos hablaba de los colores.
... y es verdad, hay colores que vuelan...
a las palabras hay que darles color y dejarlas volar