Una niña pequeña se acercó a una mujer que estaba pintando en una libreta frente a un árbol.
La niña era pequeña, no tenía muchos años, pelo entrecortado, ojos oscuros con una miraba que hacía que los mantuviera muy abiertos. La pintora se puso de pie y la niña pequeña se abrazó a sus piernas muy fuerte.
La joven pintora vio que la pequeña estaba como desdibujada en blanco y negro, pero no le dio importancia, la tomó entre sus brazos y la abrazó suavemente. La pequeña le devolvió el abrazo, pero lo hizo con todas sus fuerzas.
-¿Esto qué es? -Le preguntó la niña.
-Amor. -Le contestó.
-¡Ya he encontrado la palabra! -Dijo muy contenta.
-¿Qué ya has encontrado qué? -Le contestó la joven pintora algo sorprendida.
-Te he encontrado a ti, porque tú eres la palabra. -Y sin esperar le comentó-. Te está dando las gracias.
-¿Quién?
-Quién va a ser, el árbol. -Dijo ella meneando un poco la cabeza, en tono de desaprobación.
La joven pintora la dejó en el suelo y tomó el cuaderno de apuntes, se puso a observar el cuaderno y el árbol, al tiempo que la niña se interpuso entre ambos.
-Te lo he dicho, el árbol te está dando las gracias.
Al bajar el cuaderno y mirar a la niña, vio como a través de las hojas de él podía ver a la pequeña en color y al árbol dándole las gracias por lo que había hecho por él.
-Te lo dije, el árbol te está dando las gracias y he ganado, eres tú y tú eres la palabra.
-¿Y se puede saber qué has ganado ? -Le preguntó la joven pintora.
-¡Eso no lo sé! -Dijo con los ojos muy abiertos y el rostro muy expresivo.
La joven pintora la cogió en brazos, le pasó la libreta de apuntes y la niña pequeña se puso a mirarla con interés, mientras se alejaban entre el pinar, hundiendo sus pies en la arena.
A Cristina.
Imagen de Cristina Díaz.
Texto de Jesús López.
Quedan reservados todos los derechos de la propiedad intelectual.
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