martes, 5 de junio de 2018

La llamada

A mis amigas de letras, a ellas que me pidieron que les relatase algo "oscuro" y sin detenerme... gracias por estar ahí.


La llamada

            Me llaman, suena el teléfono, no puedo mirar la hora, pero tiene que ser bien entrada la madrugada. Deja de sonar y el pie que tengo ya en el suelo, vuelve a recogerse en el interior de las sábanas, una luz se proyecta en el techo, llega desde algún punto mucho más abajo. Sobre el escritorio una pequeña luz deja paso a un sonido intermitente... me llaman, el teléfono vuelve a sonar. Me levanto con pesadumbre y logro alcanzar el teléfono, la luz se apaga y el sonido se escapa de entre mis dedos.
            Me quedo mirando el teléfono con escepticismo, pero ahora me lo llevo y le obligo a que me acompañe a la cama. Deslizo el dedo sobre la pantalla, le indico que me enseñe el listado de llamadas recibidas y permanece en blanco, no hay nada....aunque alguien ha llamado, eso dice él.

            Hace frío, de repente siento mucho frío y un denso vaho se escapa de entre las sábanas extendiéndose lentamente por la habitación. El teléfono lo ilumina con una luz cenicienta. No logro entender nada de él, no me ofrece ninguna respuesta y de repente... la pantalla se sobreilumina, un nombre sobre la pantalla... M..., deslizo el dedo y acepto la llamada, pese a la hora.

- ¿¡Sí!?...... sí............ - le contesto.
- J... J... ¿estás ahí?......

Le estaba escuchando, era ella la que me preguntaba, yo le contestaba, pero parecía que no me escuchaba.

La llamada se interrumpió. Me quedé con el teléfono en la mano, pensativo, y me dispuse a llamarla, algo podía pasar, ella no me llamaría a tal hora, si no fuese estrictamente necesario. Pero el teléfono volvió a sorprenderme... se iluminó y de nuevo su nombre... M. Acepto la llamada y rápidamente le pregunto, qué le ocurre, qué necesita, pero sólo vuelvo a escuchar lo mismo.

- Sí, J... J, estás ahí, estás bien... J... J..... necesitas algo.... -

Así estuvo durante unos minutos, pero al final, tampoco pudimos intercalar palabra. Ahora sí estaba preocupado, ¿qué sucedía?, ¿qué le pasaba a mi amiga para llamarme?

Al final me quedé dormido, lo digo porque una luz cenicienta me desveló en una mañana cubierta de bruma. Miré e interrogué el teléfono, pero no daba contestaciones, abrí la puerta de la casa y allí estaba ella, frente por frente, terminando de marcar un número. Mi teléfono se iluminó, era ella, me puse a reírme porque me estaba llamando y no se había dado cuenta de que estaba frente a ella. Miré e hice algo excepcional, acepté la llamada y volví a escuchar lo mismo de anoche, pero ahora su voz estaba angustiada. La seguí, la vi llorando, nunca la había visto así, se arrodilló sobre algo que no me dejaba ver, otras personas entraban en la casa, en mi habitación, me sentía algo incómodo, aunque sé que eran de su familia, la habían acompañado. La llamé pero seguía llorando, estaba sobre alguien, abrazando a alguien que se encontraba en la cama, me aparto hacia un lado, intentando verla a ella y a quien cubre, la imagen es difusa, no lo entiendo muy bien.

Pero se me ocurre una idea, cojo el teléfono y la llamo, su teléfono suena, lo abre y ve mi nombre, sus lágrimas cubren el teléfono mientras se le escapa de la mano y ambos podemos escuchar mi voz.
- Sí...si... M... sí... M... estás ahí....

Pasaron los días, todo había pasado, me había quedado rendida y estaba dormida. De repente un sonido intermitente interrumpe la noche, no logro abrir los ojos y con pesadez pongo un pie en el suelo, alcanzo el teléfono.

- ¡Hola M...! - Reconozco su voz, aparto el teléfono y miro el origen de la llamada, el teléfono indica que es él, lentamente me lo voy acercando al oído, y digo... - ¿Sí?

- Hola M, soy J, ¿cómo estás?, no te puedes imaginar lo que me pasó los el días por la noche con el teléfono, recibiendo llamadas tuyas, por cierto ¿cómo te encuentras?
- ¡Sí! - Aludió ella.
- M soy yo, J, hace tiempo que no hablamos y hoy me propuse llamarte...

La conversación siguió abriéndose camino como en cualquier otro día.

Desde entonces, mi amigo me llama de vez en cuando y nos contamos nuestro día a día.

Suena el teléfono, son las tres de la mañana, es él, lo cojo...

- ¡Hola J!, ¿qué tal estás?...
- Bien ¿y tú?
- J, necesito decirte algo, algo muy importante...
- Y yo a ti M, por eso te llamo y no he dejado de llamarte... pero dime tú primero por favor.
- J. no sé como decírtelo, pero quiero que entiendas que tú ya no estás aquí, que ya no estás entre las personas que quieres y amas - Lo sé, me contestó.
- Por eso mismo te llamo, sé que he muerto, por eso amiga mía te llamo todos los días, para que tú te des cuenta de que ya no estamos allí, que estamos muertos.

Un silencio atroz se hizo lugar durante un largo rato que no quise interrumpir.

Ahora quiero que hagas lo que te digo, voy a llamarte de nuevo... el teléfono sonó, era él, desliza el dedo sobre la pantalla y lo escucha, es su amigo, su voz suena tranquila... -M, ahora quiero que alces lentamente el rostro y me mires, estoy frente a ti.

Allí se encontraba él, bajó el teléfono, diciéndole que ya no lo necesitaban... ella lo miraba como un viejo recuerdo, el mejor de ellos, aquellos mensajes de voz que tanta rabia de daban a él, pero de los cuales nunca se enfadaba, porque se reía cada vez que recibía uno.

- ¿Dónde estamos? -Le preguntó ella.
- Estamos en otro sitio, de eso estoy seguro, aunque creo que no te tienes que sentir afligida, pronto verás a tu gente, pronto estarás con los tuyos, ahora quiero que vivas y sientes esta nueva tierra...
- Y ¿cuál es?
-¿No te has dado cuenta todavía...? Tú los creaste, son tus palabras, tus textos, las páginas de tus libros y aquella extensión blanca que se extiende más allá del horizonte son los que te quedan por escribir.




Suena el teléfono, lo mira, no quiere ser interrumpida, está escribiendo su último libro, lo esperan y ella se desespera, el sonido del teléfono le insiste, lo mira y en la pantalla del teléfono puede leer el nombre de su amigo y el nombre de su mejor amiga... le llaman a la vez.

El lápiz detiene su camino sobre el papel en blanco y sus lágrimas lo cubren...





En la lejanía se escuchan risas, la algarabía de los niños jugando, unas manos pequeñas cogen la suya; ve sus rostros y los reconoce. G sale corriendo, se le escapa, lo llama, pero él no se aleja, se detiene y viene con sus manitas alzadas, las sigue con la vista y tras ellas está su amigo y su mejor amiga.

2 comentarios:

  1. Que sepas J, que me has puesto los pelos como escarpias. Me ha encantado y me he reído y lo he pasado mal a ratos iguales. Has creado un auténtico mundo de letras, pero que sepas, que los audios seguirán porque para un loro como yo es muy práctico ja ja.
    En serio, me ha encantado, de veras, te transporta a otro mundo. Y lo cierto es que sí, cada vez que escribes un cuento o un libro te transportas a otro mundo :D

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  2. esa es la intención de quien crea mundos con letras

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