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viernes, 14 de mayo de 2021

el relato de una niña

Om es de esos relatos que nacen de una niña que escucha y un emisor, un abeto centenario que le cuenta, mi hija se ponía a hablar con un árbol en concreto del bosque siempre que nos acercábamos a él, al final, fue ella quien me contaba las historias que él le contaba. 

El relato de "Om" está publicado en Setenil. Cuentos, historias y leyendas, de la editorial La Serranía y en La Nave de los Vientos de la editorial Saralejandría. La razón, Om está presente en los dos mundos, en los dos relatos al ser un relato vehicular... todas mis obras están interconectadas.

"Om" ilustración presente en las obras
Setenil. Cuentos, historias y leyendas & La Nave de los Vientos
(Ilustración: grafito, 29x21)

lunes, 25 de enero de 2021

La escritora Eva Inochi reseña "Setenil. Cuentos, historias y leyendas"

 

A unos 540 kilómetros del lugar donde se trazaron sus secretos, un libro coquetea conmigo desde mi estantería.

Le miro, pues ya nos conocemos, y le prometo una visita, mil miradas y una reseña que sin tener yo conocimientos antropológicos, irá cargada de sinceridad.
Y pienso acariciando su suave lomo, quién consigue que un pueblo se promocione, se huela, se escuche y te abrace sin pisar sus suelos blancos y empedrados.
Ay amigo!! Me digo, sólo pueden hacerlo los escritores, que bajo la luna o escondidos en aljibes sudan leyendas que vibran.
Lo logran las personas que decidieron escuchar a un José Domínguez ( una historia preciosa la suya) entre chimenea y mesa camilla o a otras gentes con algo que contar de su amado pueblo.
Dicho esto, recomiendo ya este libro.
Escucharás en la noche una máquina que cose sola tejiendo asombros, un piano cuyas teclas retumban misterio, una calle de ojos infinitos o el llanto de un niño pintando ecos espectrales...
Pero también sabrás de Juanillo el oso y sus ojos sinceros tras un pelaje de soledad, a Bañuelo y Cañuelo riendo por ti y a mujeres esperando el amor en lo alto de una iglesia o con los pies en el arroyo.
No puedo mandarte Jesús López un ave con mis palabras hasta el campanario, mi instrumentalidad me lleva hacerlo de manera menos romántica, pero igual de eficaz.
Sin embargo, quizá cuando alguna noche escuches a la rana y al grillo dialogar entre ellos, también descubras un tercer escalón hecho de piedra.
Allí, una mujer lee rodeada de tus fantasmas, duendes, ánimas y criaturas fantásticas. Será una teletransportación de las muchas que yo ya he sufrido, las que produce escritor y lector cuando presionan sentimientos.
Has logrado que se conozca Setenil de la mejor manera posible: haciendo escuchar el roce de sus vientos y árboles.
Lo dice una madrileña que sin conocer Setenil, ha respirado sus rincones con su inefable hechizo...

lunes, 16 de marzo de 2020

En algún lugar en el Mar de las Arenas


   Nunca supe dibujar el instante en el que nos conocimos, al principio aquella primera línea de arena guardaba tres sombras a contraluz, como cuando las ves de espaldas, si os fijáis, ellas siguen ahí, en el centro de la imagen, en el centro de la duna, al lado de una caravana que pasa sin verlos porque ya sólo son un eco en los vientos. Allí nos conocimos, aún hoy, guardamos esa amistad.

   Este pequeño dibujo, sin tiempo, realizado hace ya algunas décadas, nos evocaba eso... un futuro, un espacio en el que nos encontraríamos de nuevo.

   Ahora os dejos con esas pequeñas letras que escribimos y que han acompañado mis libros, porque ellos nacieron justo en aquel instante.

En algún lugar en el Mar de las Arenas:

   Nosotros hemos visto a las Naves de los Vientos en el Mar de las Arenas y escuchado su voz. 

   Nos conocimos en tierras que nunca encontrarás fijadas sobre la superficie de un papel, en un lugar en donde nada se pierde si sabes escuchar, y la verdad, son tantas las que vagan aguardando a que alguien se pare junto a ellas.

   La noche declinaba, el sol se mecía con su luz entre las olas y ella se reflejaba dorada en las aguas del Mar de las Arenas, allí fue donde nos conocimos. Lo vi sentado sobre una de ellas, fija e hierática permanecía la duna. Arenas ocres sobre el horizonte de un cielo que viene a nacer. Su figura a contraluz me llamó la atención, aquella sombra me invitó a sentarme.

   No hablamos, aprendimos a escuchar, y frente a nosotros navegaba una de las Naves de los Vientos en el Mar de las Arenas en pos de los Palacios de los Vientos.

    El tiempo pasó.

   Él decía que soñaba con los idiomas que yo conocía, nunca le dije que era yo quien lo envidiaba, él era capaz de escuchar la voz de los vientos..., su voz..., sus anhelos, sus esperanzas.

   Desde entonces nuestra amistad ha permanecido fiel y con ellas hemos podido seguir escuchando esas palabras que los vientos arrastran, esas palabras que están condenadas a vagar por el desierto hasta que alguien quiera escucharlas.

   Los años han pasado, nuestra piel ha envejecido, pero nuestras mentes permanecen fieles a ese primer día en el cual, parte de las letras que vais a leer, volvieron a ser escuchadas para ser escritas.

   Y aún hoy, espero ese día en el cual compartamos unos instantes en rededor de un fuego encendido en la luz de la noche, escuchando, siempre escuchando todos esos relatos que nos conducen a esas palabras que por vez primera nos comunican a ti y a mi.

   Y nosotros, los Hijos del Desierto, anhelamos el día en que vuelvas y nos podamos sentar junto a un hogar encendido y escuchar la voz que nos traen las Naves de los Vientos.

E. Van Eidgen.

Quedan reservados todos los derechos de la propiedad intelectual.

El texto pertenece a: LÓPEZ JIMÉNEZ, J. 2016, Setenil. Cuentos, historias y leyendas, Editorial La Serranía, pp. 9-10.

martes, 25 de febrero de 2020

viernes, 24 de enero de 2020

...busco palabras...


Había una niña pequeña sobre un prado lleno de flores mirando el cielo azul.

-¿Qué haces?
-Buscar.
-¿El qué?
-Las que revolotean.
-Las que revolotean, las escondidas, las que quieren ser halladas... ¡ah!, ¿buscas mariposas?
-No... busco palabras.

viernes, 10 de enero de 2020

...la piedra negra...


Tomó un fragmento del reloj que se construye y se deshace constantemente, y se lo ofreció.

-Un fragmento de tu tiempo. -Le dijo él.

Sobre su mano se podía observar una pequeña piedra negra.

-Es preciosa. 
-Sólo es una piedra negra, sólo es un fragmento de tu no tiempo.
-¿Tú crees...? -Ahora era la niña pequeña quien se la mostraba.

A través de la piedra podía ver como el reloj se construía y se deshacía constantemente mientras flotaba en el aire, sobre las orillas de un mar tranquilo de aguas cristalinas y en el cual, un amanecer y un anochecer se tornaban constantemente mientras hablaban, al tiempo que otras lunas permanecían suspendidas sobre un horizonte que te ofrecía en la oscuridad de la noche la imagen de galaxias sobre una pequeña porción del universo, parecía un lienzo en el cual todos los colores creaban una imagen nueva y armónica ... él le sonrió.


Quedan reservados todos los derechos de la propiedad intelectual del presente artículo.

domingo, 5 de enero de 2020

...un deseo de niña...


   Una niña se quedó mirando el cielo anaranjado de la gran ciudad y pidió un deseo, el cual nunca vino o ella creyó que nunca se hizo realidad, no sabía a que estrella pedírselo. Así que se quedó allí, mirando el firmamento que no podía ver por la luz que despedían las calles de la gran ciudad. Desde la terraza de su casa se imaginaba como serían, ya que nunca las había visto, nunca las había contemplado, porque aquella neblina siempre permanecía allí; durante el día, una bruma gris cruzaba el cielo bajo las nubes y de noche una niebla anaranjada aquí o más blanquecina allí, se deslizaba sobre la ciudad o se reflejaba entre esos jirones que de noche la recorrían.

   Se quedó dormida, contemplando un cielo estrellado que no existía y una noche que nunca llegaba... sin embargo una imagen comenzó a crear luz en su sueño, de lejos se veía a una niña tumbada sobre un prado de flores y ella, a sí misma, se veía contemplando un cielo de un azul que nunca había visto, mientras algunas nubes corrían de aquí para allá sin ningún sentido aparente, porque parecía como si se estuvieran persiguiendo unas a otras, al tiempo que junto a ella, pequeños puntos de color vestidos con pétalos la rodeaban y no dejaban de observar lo que ella perseguía con su vista. Una pequeña flor se le quedó mirando, así que ella se quedó mirando fijamente como giraba hacia ella, pero una flor cerró un poco los pétalos una vez, una segunda vez y a la tercera vez se escuchó un pequeño estornudo, a la vez que se movía y sus pétalos se cerraban convulsivamente para abrirse poco después y volver a descubrir el cielo que las miraba desde lo alto.

   Sonrió, le hizo gracia lo que acababa de suceder, así que acarició uno de los pétalos de la flor, mientras le daba un beso con uno de sus dedos, a su vez la flor se ruborizó, cambiando de color. Estaba feliz, tan feliz que cerró los ojos y no sabemos muy bien si se quedó dormida o estaba despierta soñando.

   En el sueño... sus pequeños pies avanzaban sobre la hierba del prado, dejando a un lado puntos de color que la rodeaban, avanzaba sin mirar, sólo sentir y respirar, no necesitaba nada más.

   La luz de la mañana se deslizaba sin detenerse, arrastraba aromas y una claridad que resultaba extraña, mientras veía como pasaba, una sombra se puso a su lado. Era alargada, el extremo de las misma se paró algunos pasos por delante de ella. No dijo nada, siguió su sendero verde no marcado y la sombra la acompañó en silencio y sin cuerpo que la produjese, ya que miró de donde provenía y no pudo ver absolutamente nada, sólo era una sombre que la acompañaba.

   Se paraba y la sombra se detenía, se movía y la sombra se desplazaba a su par, en la coordinación perfecta de un ballet no ensayado. Así que se puso a correr todo lo que pudieron sus fuerzas y allí estaba ella, lo siguiente fue perseguirla, la sombra siempre se alejaba lo justo para que no la alcanzase. Al final, cansada se detuvo y se dio cuenta de que la sombra era más grande, mucho más grande, ahora era ella quien guardaba la distancia para verla mejor. Así que la fue bordeando de principio a fin, hasta encontrarse en el punto de partida. Entonces y sólo entonces se dio cuenta de que era la silueta de un barco, de una nave muy grande para ella que era muy pequeña.

   Se puso justo delante de la punta de aquella sombra. Aquel espacio más oscuro no se movía, pero ahora era translúcido y en algunas partes no había desaparecido completamente. Así que se puso a andar y la sombra la siguió a su ritmo, al de ella. Una sonrisa permanecía sobre su rostro, porque le hacía gracia que aquella superficie decolorada le siguiese, una sombra sin cuerpo, pero no pudo evitarlo, una sonrisa condujo a una carcajada sonora y contagiosa. Las flores la miraban, y sin percatarse la sombra se había extendido, ahora era mucho más grande. Ella se dio la vuelta con una sonrisa en su rostro y la sombra desapareció delante de ella... aunque ahora había algo diferente, podía ver el pendolón de proa, el caso y las velas que se estaban extendiendo pausadamente en aquella nave.

   Alargó la mano con temor, se detuvo, la sentía pero no llegaba a tentarla, hasta que sus dedos acariciaron la superficie tersa de su piel de madera desde proa hasta el mástil inferior. Entonces y sólo entonces comenzó a desplazarse muy lentamente, podía ver unas velas de color cobre que se extendían reflejando colores, que pintaban a las flores con nuevas tonalidades. Sus manos la acariciaban, como cuando das un beso, y sus diminutos dedos se introdujeron en su interior, como cuando rozas con la yema de los dedos la superficie del agua, un sonido se extendió, era como cuando te abrazan muy fuerte, sus cuadernas crepitaron. Sus pequeños dedos se fundían en su interior y se podía ver como se transformaban a su paso en letras e hilachas de colores que se extendían entre sus manos, entre sus dedos, envolviéndola en un manto que daba color al prado e iluminaba el día.

   No podía dejar de mirar esas letras, esos colores que la envolvían por su acción y la rodeaban, letras y pigmentos que se alzaban y que poco a poco comenzaron a transformarse en multitud de flores que extendieron sus alas y comenzaron a volar en todas direcciones. Se podía ver a sí misma rodeada de todas ellas... la niña, despertó de su sueño y su voz hizo una pregunta, quén eres... el espíritu del aire le contestó. -"La Nave de los Vientos".

   Ella quedó tendida sobre el prado, mirando como el cielo era dibujado por pinceladas de nuevas tonalidades que caían desde lo alto cubriendo todo a su paso. Una sonrisa se dibujó en su rostro, mientras abría los ojos y se despertaba por unos instantes, ya que la niña pequeña volvió a quedarse profundamente dormida, pero esta vez se imaginaba que pintaba un cielo estrellado sobre un campo lleno de flores y un mar azul que bañaba las orillas de una tierra que se cubría de tonalidades rojas mientras un viejo olmo le hacía compañía. El dibujo estaba sobre un sencillo papel blanco, pero aquella pintura pertenecía a un deseo, deseo que ella pintó en lo más profundo de una esfera de los deseos. Sus dedos eran delicados y por unos momentos pensó que no era ella misma, sino algún alma, alguien que se dedicaba a pintar los sueños y ahora estaba pintando su sueño y su deseo. El lápiz y el pincel ondulaban sobre su mano alternándose en una escena que poco a poco iba tomando forma, con delicadeza, con tranquilidad y siempre, siempre, con una sonrisa. Un reflejo de atardecer en mitad de sus sueños y la sombra de la figura de una mujer se deslizó a su lado mostrando la esfera que contenía el sueño de su deseo. Rozó su mano, estaba fría, muy fría, pero era cálida, miró dentro, muy dentro y pudo ver lo que había deseado para un día que no es hoy y no es mañana, porque es un tiempo que aún no existe, aunque se encuentra , en cierto sentido, esperando en el interior de aquella esfera que la silueta de aquella mujer del atardecer se lleva.

   Abrió los ojos, bostezó entre risas mientras veía que el suelo de la terraza de su casa había desaparecido, se encontraba sobre la superficie de un mar en calma. Era transparente y terso como una superficie de terciopelo de cristal azul que te arropa y todo te lo muestra. Sus ojos se abrieron del todo cuando una luz incierta cruzó el cielo sumergiéndose en lo más profundo de ese mar sobre el cual se encontraba. La brisa era suave, olía a mar, a jazmín y a un aroma extraño, nunca lo había olido... una Luna Azul se asomó sobre ese otro mar de jirones de nubes que se extendía sobre ella. Las nubes parecían las ondulaciones de las aguas del mar cuando las miras desde abajo, desde su interior y te reflejas en él. Y sobre esa línea tersa de ese nuevo mar en el cual ella se encontraba dentro, una Luna Azul cruzó el cielo estrellado de la noche. Por primera vez veía las estrellas, por primera vez las contemplaba. Aquel olor extraño se hacía más presente y se dio cuenta de que lo traía la luz azul de la Luna Azul, la cual avanzaba en el cielo de un mar que estaba ahí.

   Alargó su mano y tocó desde su perspectiva todas y cada una de las estrellas, a todas las acariciaba, a todas las besaba, hasta el pequeño instante que en una lágrima comenzó a recorrer su rostro. Entonces se dio cuenta de que esta no recorría su mejilla, sino que se alzaba por encima de ella, en dirección al espejo de ese otro mar, de ese otro cielo justo hacia la Luna Azul, se había detenido justo encima de ella.
   Veía como una lágrima se alegaba entre las sombras y reflejos que la luz producía al penetrar en el agua. Pero entre aquellos reflejos comenzaron a aparecer sombres que oscilaban pausadamente, nadando en el interior de aquel éter de un mar interior. La silueta comenzó a tomar forma, nunca las había visto, pero las identificó conforme una se acercaba a ella. Era una ballena, se sumergió tan majestuosamente que alargó más su mano, la ballena descendió tanto en el interior del cielo de aquel sueño que se quedó tan cerca de ella, que la niña pequeña la pudo tocar, besándole con las yemas de los dedos su rostro.

   Se puso sus dedos sobre los labios y le llevó el beso a ella.

   Pero sus ojos se detuvieron sobre alguien que acompañaba a la ballena, quien se bajó de su lomo y se puso junto a la niña, de pie mirándola y con una sonrisa escondida en un rostro que apenas podía percibir.

-¡Hola!
-¡Hola! -Quien preguntaba no obtenía contestación.
-¡¿Hola?! -Le dijo mientras esperaba paciente, con una sonrisa casi imperceptible y atendiendo a como ella abría aún más los ojos.
- ¿Sí, quién eres? Su hilo de voz era apenas audible.
-Yo, quien viene a por tu deseo.
-¿Qué?
-Has pintado un deseo, vengo a por él.
-No he pintado nada.
-Creo que sí, estabas imaginando que te encontrabas pintando un bello sueño, te has quedado dormida y lo has seguido pintando, y ahora que te has despertado, yo vengo a por él.

   Ella lo miraba con desconcierto, porque a decir verdad, no entendía absolutamente nada.

-¿Vienes a por qué?
-A por tu deseo, el que has pintado dentro de la esfera de cristal.
-No, yo lo he pintado sobre el papel... mira. -Le decía mientras le mostraba un dibujo realizado sobre un papel.
-Efectivamente, te lo he dicho desde el principio, vengo a por tu deseo, el que tú has creado.
-¿Yo he creado... qué?
-Has creado tu sueño, tú lo has hecho, lo has imaginado, has soñado con él y le has dado vida.
-¿Pero... pero... qué?... Yo sólo soy una niña pequeña.
-Tal vez seas sólo una niña pequeña, pero nadie salvo tú, es capaz de crear todo lo que ves.
-Y tú... ¿a ti también te he creado en mis sueños?
-No.
-¿No?
-No, a mí no.
-No eres fruto de mi imaginación.
-No.
-¿Entonces quién eres?

Silencio.

-Yo solo soy un reflejo en tus sueños.
-No te entiendo.
-Siento no poder ser más claro, pero soy justamente eso, un reflejo en tus sueños.
-No te entiendo.
-Pero creo que eso, ahora mismo, a ti y a mí nos da igual, lo importante es que por primera vez has visto las estrellas, por primera vez has visto la luz azul de la Luna Azul y eso amiga mía, eso te puedo asegurar que es algo realmente difícil... -Le interrumpió la niña.
-También le ha visto a ella y luego a ti.
-Sí, nadie las ve, aunque tú la has llamado.
-¿Yo? -Dijo con estupefacción.
-Sí, ella siguió el camino de tu lágrima, una lágrima de alegría, es tan importante para ella que no pudo resistirse en seguir su camino recorrido y saber de dónde provenía, o mejor dicho, de quien provenía.
-No lloraba, era una simple lágrima.
-Llorar no es malo y menos si es de alegría, pero esas lágrimas en concreto son muy valiosas.
-Sí, ¿por qué?
-Sentir es un bien escaso y tú has llorado por ver por primera vez las estrellas... tu lágrima para ella es muy valiosa. Ese es el motivo de nuestra visita.
-Y ¿cuál es el motivo de nuestra visita?
-El sueño de tu deseo.
-Eres extraño.
-Gracias.
-No te molesta, lo que te he dicho.
-¿Por qué me han de molestar tus palabras cuando estás sonriéndome y me las entregas con agrado?
-Eres extraño.

Un sonido inundó el cielo de ese mar sumergido en esas otras aguas.

-Hemos de marchar.
-¿Te volveré a ver?
-Sí.
-¿Cuándo?
-Cuando seas mayor.
-Y ¿por qué cuando sea mayor?
-Porque entonces necesitarás este sueño, este deseo y estaré allí para entregártelo.
-¿Quién eres?
-Eso mismo me preguntarás entonces y te contestaré lo mismo.
-¿Cuál es tu nombre?

Agachó su rostro y le sonrió levemente.

-Yo no tengo nombre.
-Y entonces ¿cómo te recordaré?
-No me recordarás, recordarás tu deseo y algo de tu infancia que recordarás como una sombra sin nombre.

Los dos se miraron sin decir nada.

-No tienes nombre, no te recordaré... ¿estás sólo?

Una nueva mirada se mostró entre sus labios.

-No estaré sólo, estaré esperando ese día en el cual nos volveremos a ver, aunque tú no lo recuerdes.
-Es todo muy extraño, pero te puedo pedir algo.
-Claro.
-Cuando se agrande, me gustaría que me recordases esta conversación.
-Lo haré, aunque no servirá de nada, no me recordarás.
-Bueno, pero no importa, lo harás por mí.
-Claro que sí.


   Un leve movimiento, y se alzó de nuevo emitiendo un sutil sonido rodeado del aroma de la Luna Azul y de la única flor que nace allí, olor a lirios. No la perdió de vista y contempló como la ballena se reunía con sus hermanas y seguían su camino hacia las estrellas... la niña pequeña se quedó dormida.

-¡Hola!
-¡Hola! -Quien preguntaba no obtenía contestación.
-¡¿Hola?! -Le dijo mientras esperaba paciente, con una sonrisa casi imperceptible y atendiendo a como ella abría muy lentamente los ojos.
-Sí, ¿quién eres?
-Sé que no te acuerdas de mí, vengo a traerte lo que me pediste.
-No recuerdo haberte pedido nada.
-No te preocupes, sé que no me recuerdas. Pero vengo a traerte lo que me pediste que te guardase durante estos años.
-¿No sé qué me dices, no te entiendo, pero quién eres, qué quieres?

   Puso una mano sobre otra y de repente una esfera que despedía pequeños reflejos de luz estaba entre sus manos, se la extendió y le dijo...

-Te he traído tu deseo... Sí, hace algunos años, siendo una niña, lo pintaste y me pediste que te lo guardase hasta el momento en el que él te hiciera falta, y este es el momento.
-Pero, no sé quién eres y no recuerdo haberte pedido nada, y menos un deseo.
-Sé que no sabes quién soy, ni yo lo sé, sé que no me recuerdas, yo a ti sí y sí, me pediste algo, que guardase para ti el deseo que pintaste siendo una niña, aquella noche en la terraza de tu casa en la cual, por primera vez viste las estrellas y ahora crees que soñaste con una ballena que se acercó tanto a ti que la pudiste acariciar con la mano, mientras tú te veías sobre el mar y el cielo, el cual, a su vez se había convertido en otro mar.

Un rostro de sorpresa.

-¿Cómo puedes saber algo que es mío, que sólo conozco yo?
-Porque yo estaba allí ese día.
-¿Eres ella?
-No, yo iba sobre ella, soy quien descendió junto con ella y habló contigo.
-No entiendo nada.

-Me entregaste el deseo más bello, una lágrima de alegría.

Se giró levemente, y le entregó una esfera que brillaba entre sus manos.

-Tu deseo.

  Ella se despertó, se había quedado profundamente dormida, la luz de la mañana entraba tras una ventana que dejaba que la luz inundase el interior de la habitación... la imagen del recuerdo no se había ido, había vuelto, lo recordaba, recordaba el sueño de su deseo, ahora ya no era una niña, y su deseo... él se cumpliría hoy.


Quedan reservados todos los derechos de la propiedad intelectual del presente artículo.

jueves, 19 de diciembre de 2019

...soñadoras...





-¿Qué buscas?
-...soñadoras...
-¿Para qué?
-...eso me lo tienes que decir tú...


Obra de Kasia Uminska.
"Las raíces del futuro", grafito y carbón sobre papel, 47x61 cm., 2019 (Fragmento)

Dibujo de Kasia Uminska.
Texto de Jesús López.

Quedan reservados todos los derechos de la propiedad intelectual del presente artículo.

jueves, 12 de diciembre de 2019

la epidemia que asoló Setenil

   

      Entre los años de 1556 y 1557(1), Setenil fue azotada por una epidemia de peste bubónica, que se llevó trescientas personas de nuestro pequeño y querido pueblo. Hemos de tener presente que atendiendo a los estudios realizados(2), Setenil tendría una población estimada de unas 2000 almas.

      De aquellas muertes nos han quedado dos testigos, uno ha sido el "Libro de Cabildo de 1544-1568" y el otro nos ha venido por la intervención arqueológica(3) que se llevó a cabo en el 2002 y fue dirigida por Jesús Mª Miranda. En ella nos encontramos un dato revelador y escalofriante, a tan sólo 60 centímetros de profundidad, aparece una potente fosa compuesta exclusivamente por restos óseos humanos con un espesor que supera el metro y medio de grosor. El enterramiento masivo provocó la desaparición de dos niveles de suelo, hemos de tener presente que el primer suelo de ladrillo se le pone a la iglesia de la Encarnación en 1614. Los procesos de enterramiento nos ofrecen diferentes momentos puntuales, el más antiguo y masivo en torno al siglo XVI, el cual se vincula directamente con un periodo de epidemias o una gran epidemia, otros son del siglo XVII y los últimos tuvieron lugar a finales del siglo XIX.

Hoja de las Actas Capitulares de 1544-1568.    

       La epidemia tuvo diferentes consecuencias, la más devastadora fue la pérdida de una buena parte del vecindario de Setenil, el cual tardó más de una década en recuperarse. Otra de las consecuencias fue el abandono paulatino de las viviendas ubicadas en el interior de la fortaleza, llegando a quedar prácticamente abandonados muchos de los inmuebles entre el siglo XVI y el siglo XVII, hasta el punto que en el siglo XVIII, las únicas viviendas existentes se relacionan con lo que actualmente se conoce como la Villa.

Evolución de la población de Setenil desde 1484.

(1): AHMS (Archivo Histórico Municipal de Setenil): Actas Capitulares 1544-1568. Expediente Nº: 0044.
(2): AHMS (Archivo Histórico Municipal de Setenil): Libro del Cabeçón 1552-1557. Expediente Nº: 0045.
(3): Informe sobre la elaboración de catas arqueológicas y paramentales en la Iglesia de Nuestra Señora de la Encarnación de Setenil (Cádiz). 2002.
    
Quedan reservados todos los derechos de la propiedad intelectual del presente artículo.

miércoles, 30 de octubre de 2019

recuperando las tradiciones de Setenil

   Retomando una vieja tradición de Setenil que pudimos recuperar en su parte más lúdica y por medio de la conceptualización formal que nos ofreció José Tijeras (El Chacho José), en el momento de la recuperación de la tradición oral de Setenil. 

   José nos contaba en una tarde de verano, una vieja tradición perdida y ya casi olvidada del recuerdo social de una comunidad, pero que conformaba parte del rico folklore que estábamos recopilando, entre finales de los años 80 y principios de los 90, del siglo pasado, sueña extraño.

   Aquellas palabras ocuparon su lugar en la obra "Setenil. Cuentos, historias y leyendas".

   El relato de José fue absorbido y transformado por las niñas y los niños del Centro Guadalinfo de Setenil, que quisieron adaptar un ritual que a día de hoy sabemos que intentará ser recuperado. Los más pequeños escenografiaron esa "Procesión de Ánimas, esa Santa Compaña" en lo que denominaron "Iª Noche de Brujas de Setenil". En aquellos momentos el cortejo se paseó por las calles de este pueblo centenario, llamando a las lamias y a todas aquellas pequeñas brujas, diminutos demonios y esqueletos que se habían reunido a merendar en las Cuevas de la Sombra con objeto de marchar al I.E.S. Villa de Setenil, en donde las historias de las noches olvidadas de muertos y sombras se proyectaron en un continuado contar de cuentos, historias y leyendas basados en el folklore de nuestro pequeño pueblo blanco Setenil.







   El Centro Guadalinfo de Setenil participó en la Iª Noche de Brujas, realizando un cuenta cuentos en el "I.E.S. Villa de Setenil" y una ruta de historias de terror, basados en los cuentos, historias y leyendas de Setenil.


Y gracias al grupo del K17Club por hacerlo posible.

   En el libro de Setenil. Cuentos, historias y leyendas, nos encontramos con una vieja historia que hace alusión a la procesión de ánimas en el siglo XV, y desde aquí os dejamos con la voz escrita de José Tijeras...:

"José, con esa voz dulce y tintineante, me contó el siguiente relato:"

   "Hace años se celebraba una procesión que partía del viejo cementerio, salía por la antigua entrada del pueblo (en Los Cortinales), cruzaba el puente y, por la calle Triana, llegaba hasta la Cantarería para alcanzar le ermita de San Sebastián. Allí los fieles rezaban y, cuando terminaban, bajaban por la calle Cádiz para introducirse en la Villa, hasta llegar a la Iglesia Mayor y, desde allí, desde ahí, volver a entrar en el antiguo cementerio".


Página 93 de Setenil. Cuentos, historias y leyendas.


...esta tarde, la historia se repite en el centro educativo 
"I.E.S. Villa de Setenil"...

lunes, 16 de septiembre de 2019

Lucía a solas


He llegado por fin a Asumigaoka (Japón), se lo había prometido, en los últimos días la notaba inquieta, cansada, me preocupa, es una niña muy pequeña.   


El murmullo se acercaba, las sombras confundidas dieron paso a imágenes de cuerpos que deambulaban entre conversaciones ininteligibles, avanzaban en oleadas regulares, deteniéndose ante las orillas de cada ventana abierta.

Hablaban, avanzaban, se detenían, observaban, hablaban, avanzaban, se detenían... pero de entre todos ellos, una mirada era esquiva, atrajo mi atención.

Ella estaba allí, con su mirada escondida, con las manos unidas y con aquel vestido azul que tanto le gustaba a su madre. Estaba sola, junto a un viejo baúl cubierto que tanto le gustó en su infancia, pero no tenía a nadie, se sentía olvidada, y estaba callada, en silencio, sólo sus ojos claros evidenciaban que ella no era como las demás. 

Los cuadros se dispusieron durante los días anteriores. El silencio de las salas sólo era irrumpido por los operarios que iban y venían con el objeto de cumplir un plazo, ofrecer un principio. Aquella noche previa fue sobrecogedora, las salas estaban oscuras.

La semipenumbra ganaba espacio a la luz y ofrecía una sensación extraña.

Aquella noche previa fue sobrecogedora. Los cuadros se dispusieron  en un orden externo, en él vivirían en un trozo de pared. Las estancias empezaron a quedarse solitarias, luego las obras quedaron solas y con una luz efímera, porque muy pronto permanecieron en una oscuridad casi absoluta. 


El silencio en el museo me invadía, la oscuridad que vino luego era extraña porque acompañaba a algunas de las obras, pinturas sobre superficies planas, imágenes guardadas sobre espacios horizontales, sin vida. 

Iba pasando al lado de ellos, sin que despertasen. Su silencio era extraño, pero al fondo de la galería, una pequeña luz trémula invadía un recodo de un pasillo. 



La luz era clara, suave y con unas pequeñas tonalidades celestes.

Allí estaba ella, sola, callada, en silencio y sin moverse para nada, pero no podía evitar que la luz se proyectase fuera de la imagen acotada del cuadro en el cual estaba encerrada.

Sabía que iba a estar un tiempo viajando, pero creo que no se ha acostumbrado del todo a esta nueva aventura.

Paso a su lado, no me dice nada, sé que su mirada me sigue, aunque no me ve completamente, porque tiene la mirada tan gacha que no es capaz de observarme completamente. Ella sigue obedeciendo a su madre, pese a todo, tal y como le había prometido, a la que tanto ama.

Las luces de las lámparas invadieron cualquier rincón, los ecos se proyectaban, le hice un gesto para que guardase silencio.

El sonido se hacía a cada instante más profuso, por suerte no necesitaba que me viesen, así que era invisible para ellos, ese mundo que han creado y en el que necesitaban vivir.

Las cámaras se encendieron y la presentación dio paso a esa siempre presente, primera visita guiada.




Cada cuadro es descrito, analizado, expuesto y probablemente desnudado ante quienes tienen frente a él. Las miradas se arremolinan en torno al mismo y muchas miradas son cómplices de comentarios entre susurros.



Nos acercábamos a Lucía, la notaba nerviosa, las personas cruzaban por delante de ella, mientras sus ojos comenzaron a clavarse sobre su piel. 

Yo veía a una niña pequeña asustada y lejos de su madre, yo veía a Lucía, a la pequeña Lucía.

Hablaban de su origen, su procedencia, su tendencia, sus características técnicas, sus juegos de luces, su viveza.. hablaban de ella sin conocerla. 

-¿Cómo se puede describir a quien no se conoce?, ¿cómo pueden hablar de ella, si verdaderamente no la ven?

Una mujer no dejaba de mirarla fijamente, estaba intentando buscar sus ojos, el brillo de sus ojos, ya había alabado el color, las texturas, las pinceladas, la luz que emanaba y... Lucía estaba triste, una pequeña lágrima comenzó a correr por su mejilla.

-¡No me mire así, por favor... no me mire! -Su pequeño grito me cohibió, aunque no se daba cuenta de que nadie quería escucharla.

Interrumpí con sutileza a la mujer, que perdió su atención, y acto seguido prosiguió hablando con las personas que le acompañaban, de algo que tenía aquella obra pictórica... le escuché decir que tenía... "tamashi (魂)". De forma que atrajo la atención de los demás y seguía pronunciando aquella palabra, una y otra vez, todos confirmaban lo que ella decía, aseverando cada instante, mientras una vez más, no perdían detalle de Lucía. Una lágrima, recorrió toda su mejilla y fue a caer sobre el vestido que le puso su madre, una pequeña mota azul sobre un tejido celeste.

Una voz suave llamó la atención, volviendo los asistentes a iniciar su camino. 

Lucía me susurraba con un hilo de voz que apenas era perceptible... -No te vayas, no me dejes aquí sola.


Mientras todo el mundo proseguía el recorrido en la exposición, una pequeña mano buscaba esa otra.



Estaba el último, como siempre, se iban alejando y me acerqué aún más a Lucía, le extendí la mano y me la cogió.

-No te vayas, no me dejes sola. -Volvió a repetirme.
-No te preocupes Lucía, no te voy a dejar sola.

Ella lo miró, sus ojos brillaban y aquel lunar azul, aún brillaba sobre su vestido. Le recogí la lágrima con sumo cuidado con el dedo, se la deposité sobre su índice y le indiqué que no tenía que volver a llorar.

-¿Cómo te llamas?
-No tengo nombre.
-Sí, todo el mundo tiene un nombre, todo el mundo tiene que tener un nombre. ¿Cuál es el tuyo? -Mientras lo miraba con esos profundos ojos grises de tonalidades aquí verdes y allí azules.
-No tengo nombre Lucía. -Le decía mientras me agachaba y me ponía a su altura.
-Pues yo te voy a poner uno, déjame que piense...
-No te preocupes, no necesito ningún nombre. Nunca lo he necesitado y creo que los nombres no son necesarios.

Su ojos se clavaron en mí y no dejaba de observarme muy atentamente, mientras daba una vuelta a mi alrededor.

-Yo te he visto antes, en casa, aunque tu voz y tu aspecto... ya lo tengo... te voy a llamar, "no tengo nombre".

Una sonrisa iluminó mis labios y una carcajada resonó entre los pasillos de la galería, la gente se volvió...

-No tengo nombre, nos miran y no nos ven, pero te han escuchado.
-Sólo ven lo que quieren ver y escuchan lo que quieren escuchar.

Lucía se quedó en silencio, pero su mirada hablaba por ella.

-¿Por eso nadie te ve, por eso nadie me ve ahora, pero sí te han escuchado?
-Me han escuchado, pero realmente no lo deseaban.Así que lo han olvidado antes de memorizarlo, antes de que se convierta en un recuerdo. Ven algo de ti, Lucía, pero sólo lo que ellos quieren y lo que unos se traspasan a los otros, en ocasiones pueden coincidir contigo y en otras no. Sin embargo, realmente no te han visto, sólo se han acercado a la superficie mínima de esa imagen reflejada sobre el espacio de un lienzo, nada más. No son capaces de ver la luz que sale del cuadro, esa que mami ha creado para que no te sientas sola, para que no tengas frío, para que te sientas como en casa cuando juegas en el patio con la abuela. No ven ese vestido que tanto le gusta a mamá y que tu color preferido sea el celeste. No han visto el color de tus ojos porque necesitan ver para mirar... -Lucía le interrumpió.
-Pero ¿tú no lo necesitas, me ves, me escuchas?
-Claro, como tú, nosotros no necesitamos mirar para ver, ni escuchar para oír, ni tentar para sentir.
-Eres raro.
-¿Sí?
-¿Por qué la gente te tiene miedo?
-¿A mí o a ti, Lucía?
-A ti, claro, yo soy una niña.
-Eso es verdad, ninguna de las personas que están aquí para admirar estas obras de arte, se han dado cuenta de que tú eres una niña. Nadie te ha visto y eso ha pasado porque tienen miedo de verte. Ellos se quedan en lo sencillo, en lo superfluo, pero no te han visto y posiblemente es porque tienen miedo.
-Un día escuché que a ti te tienen miedo.
-¿Por qué me tienen que tener miedo?
-Porque eres capaz de verme y de escuchar lo que hay ahí encerrado.
-Ven, acércate, mira el cuadro que pintó mamá, ¿qué ves Lucía?
-No te entiendo.
-¿Qué ves Lucía, dónde estabas hace un instante?
-Es una casita pequeña, mami me la pintó para que estuviese cómoda, como en casa, huele igual, escucho los mismos sonidos, pero estoy sola... echo de menos cuando mami viene por la noche y me da un beso. -Una lágrima volvió a recorrer su mejilla -Quiero volver a casa, quiero estar con mamá, llévame a casa... ¿puedes?
-¿Es un deseo?
-¿Qué?
-Me estás pidiendo un deseo.
-Sí... quiero volver a casa, quiero ir con mamá.
-Deseo concedido.
-¿Me llevarás?
-¡Claro!, pero ya no es necesario llorar... ¿vale? Vamos Lucía, nos vamos, ¿te parece?
-Y ¿qué va a pasar con el cuadro de mamá?


-Lo podemos dejar así, no se van a dar cuenta, sólo ven una parte, verán lo que quieren ver, y aunque te parezca extraño te seguirán viendo, aunque es mejor decir, que lo creerán. -Su rostro evidenciaba que no estaba convencida.
-¿Podemos hacer otra cosa?
-¿Qué te gustaría hacer?
-Y si pintamos un bonito paisaje, ese color oscuro, realmente ocultaba un poco un campo de amapolas, a mamá le gustan mucho.
-¿Qué te parece si ponemos un precioso campo de amapolas con un bonito atardecer de tonalidades naranjas? Los atardeceres le gustan mucho a mamá y seguro que se dará cuenta. Ella sí verá que tú ya no estás en el cuadro, pero tampoco podemos preocuparla, así que al ver ese bonito atardecer y las amapolas sabrá que vuelves a casa... ¿te parece bien Lucía?
-Sí, me gusta, es bonito.
-Míralo ahora.
-¿Cómo lo has hecho?
-Eso es magia, pero no se lo digas a nadie. Es lo mismo que cuando tú has abandonado el cuadro.
-Eso es fácil. -Recibió una amplia sonrisa y un beso en la frente.


-¿Volvemos a casa Lucía, volvemos con mami?


-¡Sí! -Su rostro se iluminó.


-Lucía, ¿esto qué es?
-¡Es que me aburría!, y es el único sitio donde puedo pintar y que no estropeo nada... ¿te gusta?
-Por un momento me había olvidado de que eres una niña.

En una pared aledaña, se podía observar una obra, que representaba la pizarra de un colegio a la cual Lucía le había añadido algunas imágenes más.

-Hecho de menos el cole.

El alba irrumpe sobre un pequeño cuarto, la claridad lo inunda y una tonalidad cálida comienza a extenderse hasta que el Sol despunta sobre la línea del horizonte y se asoma tras la ventana de la habitación de un hogar.

-¡Buenos días mami!

Imágenes:


Cualquier parecido con la realidad es mera coincidencia.

Mi agradecimiento al MEAM 
por la aportación a la cultura que realiza, más allá de cualquier frontera, e igualmente a todas aquellas obras seleccionadas y a sus autor@s, sin ell@s sería imposible.

Mi agradecimiento a Amaya Corbacho, 
gracias por la paciencia que ofreces a mis letras.

"alas de amapola" en "The Floor", el nuevo programa de Antena 3 presentado por Manuel Fuentes.

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