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martes, 29 de septiembre de 2020

...la vieja...

 

..."la vieja"... así la llamábamos...

No tendría más de catorce años la penúltima vez que la vi, nos cruzábamos siempre sobre aquel puente de piedra, nunca he logrado verla fuera de él.

Su silencio, su soledad y su leve sonrisa cuando pasábamos a su lado, despertaba en el grupo de muchachos que la observábamos una muestra de respeto. No nos gustaba que la gente la molestase y menos aún, esa juventud que no respetaban a quienes ellos serían algún día, en más de un problema nos metimos por defenderla sin que se diese cuenta.

El penúltimo día que la vi le compramos un cartucho de pipas, sus precios, no eran de este tiempo, ella se había quedado en aquel lugar en donde alguna vez fue feliz y eso mismo hacía. Le pagamos, no su precio, sino el que realmente valía para nosotros, pero no se dio cuenta, sólo nos sonrió, eso fue suficiente.

Los años pasaron por mí, pero no por ella, ella seguía siendo igual de vieja, con la mirada gacha y una sonrisa guardada en la comisura de los labios en un tiempo que fue y volverá a ser. Esta vez vendía sus objetos personales, pequeñas historias contenidas, le compré uno de aquellos recuerdos, pero el objeto se lo dejé a quien pertenecía, a ella. Una vez más contemplé su sonrisa y aquellos ojos ya oscuros y opacos que estaban más cerca de ese tiempo en el cual será feliz. 


Me alejé y tomé esta única imagen, fue la última vez que la vi.

miércoles, 25 de diciembre de 2019

La Creadora de Sueños (Cuento de Navidad)

       No hay Navidad sin su cuento ni un cuento sin su Navidad, esta historia que se cuenta no se sabe si sucedió en un pasado remoto, en un tiempo que no existe o en un futuro que está por venir.

      Pero de lo que sí estoy seguro, es que todas las noches, cuando te vas a dormir y te refugias en los sueños no eres tú quien los concibe... es ella quien los imagina y los crea para ti....

La Creadora de Sueños

Las vidrieras permanecen suspendidas entre cuerpos blancos que las sustentan abiertas al aire de la tarde, aromas a jazmín. Mientras, una imagen se desliza por el interior de la estancia dejando a su paso un reflejo sobre el cristal de la ventana. Un lápiz se entrelaza en silencio sobre el último rayo de luz que queda suspendido entre sus cabellos. Los dedos han hilvanado el color que queda hierático sobre una punta efímera, que permanece a la espera.

Sobre el atril, una superficie incolora se extiende, una mano acaricia su piel y le imprime su alma. La otra se desplaza hasta alcanzar lo olvidado entre los mechones de luz del atardecer y esos efímeros hilos de la luz de un crepúsculo.

Ese instante de color queda sobre el lápiz que ella desliza sobre la hoja, un pétalo tras otro y un aroma inexistente se expele del interior de la habitación al jardín. La noche llega y la luz trémula de una lámpara oscila entre las siluetas de las paredes.

Dos figuras fugaces se mueven entre las luces grises y opacas de cada objeto.

- ¿Qué está haciendo?
- ¿Ella? -Le pregunta una sombra a otra aún más desdibujada sobre el plano de la pared y escondida tras el mueble.
- Sí.
- ¿Todavía no te has dado cuenta?
- ¿De qué, de qué nos tenemos que dar cuenta? ¿Qué hacemos aquí?
- Habla más flojo, no debe escucharnos, no te has dado cuenta todavía, para eso existimos. Existimos por ella, no para ella y por eso estamos aquí, creo que te queda mucho por aprender, pero no te preocupes, ahora mira, guarda silencio y esperemos.
- ¿A qué tenemos que esperar?
- ¡Silencio! -Mientras se ponía su dedo delante de la boca marcando un viejo ritual de silencio.
- ¿¡ Ella... quién es...!? -Dijo mirándola con expectación.
- Ella es quien te ha creado sin saberlo, ella es quien crea y da vida a nuestros sueños, a los sueños y a los sueños de los sueños que están por venir, y a aquellos que no hemos sido capaces de terminar... ella los crea, ella los termina...
- ¿Has visto esa sombra?
- Sí.
- ¿Y..?
- Él viene entre las sombras, ella le pinta letras que sólo él sabe leer, lo hace entre sus dibujos, entre sus cuadros. Las pinta en el aire... las crea y les da forma para él. -Le dijo una sombra a otra.
- ¿Por qué?
- Porque él es quien escribe nuestros sueños, pero necesita que le escriban sus letras. Esos pequeños símbolos que necesita utilizar y también colores con los cuales poder pintarlas a ellas, a las letras y a ellos, nuestros sueños.
- ¡Es extraño!
- No es extraño, observa. Mira en ese rincón, le ha dejado amontonadas unas letras pintadas, has visto, las recoge en silencio, sin decir nada y se las lleva.
- No le ha dado las gracias...
- Tú crees que no lo ha hecho... no te das cuenta el aroma que ha quedado, a flores y hoy... a jazmín y a rosas, no crees que puede existir mejor regalo.
- Pero se ha ido, no le ha dicho nada.
- No te has fijado. Tienes que percibir, que sentir... he ha sonreído, eso vale un mundo y ese aroma es más bello e intenso que un beso no dado, no necesitan lo que nosotros esperamos... silencio... atento y mira lo que hace...

- ...ven... ven... no te escondas, te he visto, quién eres... -Le pregunta ella.
- No tengo nombre.

Lo mira si verlo, aunque eso, ¿realmente importa?

- Eso no importa. -Le dijo con una sonrisa.

El lápiz fue a detenerse sobre la superficie blanca del papel en el cual quedó impregnado todo el olor de la luz del atardecer.

Ella le sonrió y le dijo.

- ¡Gracias!
- ¿Por qué? -Le preguntó en silencio.
- Por haber detenido la voz y el tiempo de la tarde para que pudiese tomar ese color que ahora también permanece sobre el lienzo en blanco.

Su sonrisa iluminó el último rayo del ocaso, pero sobre el papel permanecía una delgada línea de un eterno atardecer.

Sus dedos se detuvieron, el lápiz dejó paso al pincel y de él una mota de color sobre una mota de aire suspendida en el interior de la habitación.

- Tómalo. -Le dijo una sombra a otra.
- ¿El qué?
- El sueño. No te has dado cuenta que ha dejado en mitad de la estancia un rayo del atardecer suspendido, tómalo, es nuestro sueño, el que ha creado para que se lo llevemos a quien le pertenece.
- y ¿a quién le pertenece...?
- A quien creía que los había perdido.


A la pintora de sueños, Kasia.


Ella comienza a pintar un sueño en el interior de una esfera de cristal... pero esa, esa es otra historia que se contará en otro momento...


Imagen y dibujos de Kasia Uminska.
Texto de Jesús López.


Quedan reservados todos los derechos de la propiedad intelectual del presente texto.

jueves, 19 de diciembre de 2019

...soñadoras...





-¿Qué buscas?
-...soñadoras...
-¿Para qué?
-...eso me lo tienes que decir tú...


Obra de Kasia Uminska.
"Las raíces del futuro", grafito y carbón sobre papel, 47x61 cm., 2019 (Fragmento)

Dibujo de Kasia Uminska.
Texto de Jesús López.

Quedan reservados todos los derechos de la propiedad intelectual del presente artículo.

martes, 17 de diciembre de 2019

...l'âme du poète...

Hoy, el igual que ayer, ha venido tu recuerdo por la calle gris, haciendo su camino a través de la primera niebla de la mañana.

El silencio está en este amanecer, y tan solo una gota tras el cristal se atreve a rasgar con sus sonidos el aire de la aurora.

Aún los sueños vagan por la estancia y sólo puedo darles alcance con  nuestro recuerdo.

El último crepúsculo de la Luna todavía puede verse en el horizonte, como las últimas aguas caídas sobre las ventanas.

Miro a través del cano de ella y aún me veo allí, al igual que aquí, sólo, en silencio y observando el pasar del no fluir del tiempo. Pero algo me llama en esta nublada mañana gris a través del cristal... la gota de agua.

- ¿Qué vienes a susurrarme hoy en la soñolienta calle?
- No vengo, sino a darte mis palabras hoy, igual que ayer. He hecho mi camino hacia este, tu cristal, aunque muy pronto tendré que marchar de donde no se puede retornar jamás.
- ¡No marches tan apesadumbrada amiga mía! Hoy he vuelto a evocarte mi nostalgia, y hoy, al igual que siempre, puedo verte tras esta mi estancia, tu estancia de cristal. Marcha allá donde eres la "una" caída del reloj y no olvides que evocaré mi anhelo hacia ti, hoy y mañana, para poder verte susurrar tras este nuestro cristal.
- Marcho ya, no me olvides, aunque ya haya caído.

Y en su caer, he visto fluir ante mí, la última gota caída en las estancias de cristal del tiempo.

Texto y dibujo de Jesús López.

Quedan reservados todos los derechos de la propiedad intelectual del presente artículo.

sábado, 14 de diciembre de 2019

...qué significa anhelo...

Obra de Amahi Mori.
242x333mm. Lápiz, aguada acrílica sobre papel.

...qué significa anhelo...

...anhelo es el susurro de tus sueños convertidos en palabras...

...y ahora, cuál es tu palabra...


Dibujo de Amahi Mori.
Texto de "La ladrona de besos".

Quedan reservados todos los derechos de la propiedad intelectual del presente artículo.


lunes, 2 de diciembre de 2019

...no me preguntes porqué...

Osamu Obi.
Óleo sobre tabla, "Drifting"

No me preguntes porqué.

No se puede ser culpable de enamorarse de un aroma a jazmín y azahar, no se puede ser culpable de enamorarse de una voz que el viento te trae en silencio, no se puede ser culpable de enamorarse del dibujo de una sonrisa pintada en la luz del amanecer, no se puede ser culpable de que la noche me acerque tus dedos, tus anhelos; no se puede ser culpable de enamorarse de un alma que me ofrece pequeñas pinceladas de un camino que nadie ve, que nadie puede leer, que nadie puede sentir.

Perdóname, me enamoré de una mirada que no sabía a quién pertenecía.

La seguí y entonces...

La mirada me trajo un aroma, lo seguí y me llevó a una voz y ella me condujo ante un alma desnuda. 

Sí, soy culpable, me he enamorado de tu alma, pero siempre guardaré silencio y permaneceré a tu lado entre las sombras, nunca te molestaré.

... y ahora que no me escuchas, nunca entenderé porqué me llamas en sueños.

Óleo de Osamu Obi. 
Texto de Jesús López.

Quedan reservados todos los derechos de la propiedad intelectual.

viernes, 29 de noviembre de 2019

no soy real

Obra de Osamu Obi "Flow"
Bosquejo en aceite, óleo sobre tabla.

-No soy real... he sido pintada por su mano.
-No te entiendo.
-No soy una persona real, sólo soy la imagen de un cuadro...
-No me he enamorado de ti... me he enamorado de tu alma.

-Sólo soy pinceladas de color sobre un lienzo.

-No... eres ese alma de la cual me he enamorado.

Obra de Osamu Obi.
Texto de Jesús López.

Quedan reservados todos los derechos de la propiedad intelectual.

miércoles, 27 de noviembre de 2019

no te ocultes

Dibujo de Amahi Mori, "Birth"
Lápiz sobre papel.
https://www.moriamahi.com/

   No te ocultes, no es necesario, hemos hablado durante tanto tiempo en silencio, que ahora que nos vemos, nuestras voces resultan extrañas.

   Nos sentimos como si fuéramos desconocidos, pero si cerramos los ojos y sólo escuchamos nuestra voz, nos encontramos de nuevo.

   Puedes ocultar tu cuerpo, si para ti es necesario, extender tus ramas y abrazarte con tus brazos... pero no he venido por él, he venido por ti.

   Tu piel sólo cubre y encierra lo que amo, sí, al final me he enamorado de la voz de un sueño suspendido en el aire, perdóname porque me he enamorado de tu alma.


Dibujo de Amahi Mori.
Texto de Jesús López.


Quedan reservados todos los derechos de la propiedad intelectual.


sábado, 23 de noviembre de 2019

Una sonrisa se dibujó en su rostro.

Amahi Mori

Sus pequeños pies avanzaban sobre la hierba del prado, dejando a un lado aquellos puntos de color que la rodeaban, avanzaba sin mirar, sólo sentir y respirar, no necesitaba nada más.

La luz de la mañana se deslizaba sin detenerse, arrastraba aromas y una claridad que resultaba extraña, mientras veía como pasaba, una sombra se puso a su lado. Era alargada, el extremo de la misma se paró algunos pasos por delante de ella, no dijo nada, siguió su sendero verde no marcado y la sombra la acompañó en silencio y sin cuerpo que la produjese, pues miró de donde provenía y no pudo ver absolutamente nada, sólo era una sombra que la acompañaba.

Se paraba y la sombra se detenía, se movía y la sombra se desplazaba a su par, en la coordinación perfecta de un ballet no ensayado. Así que se puso a correr todo lo que pudieron sus fuerzas y allí estaba ella, lo siguiente fue perseguirla, la sombra siempre se alejaba lo justo para que no la alcanzase. Al final, cansada se detuvo y se dio cuenta de que la sombra era más grande, mucho más grande, ahora era ella quien guardaba la distancia para verla mejor. Así que la fue bordeando de principio a fin, hasta encontrarse en el punto de partida. Entonces y sólo entonces se dio cuenta de que era la silueta de un barco, de una nave muy grande para ella que era muy pequeña.

Se puso justo delante de la punta de aquella sombra. Aquel espacio más oscuro no se movía, pero ahora era translúcido y en algunas partes no había desaparecido completamente. Así que se puso a andar y la sombra la siguió a su ritmo, al de ella. Una sonrisa permanecía sobre su rostro, porque le hacía gracia que aquella superficie decolorada le siguiese, una sombra sin cuerpo, pero no pudo evitarlo, una sonrisa condujo a una carcajada sonora y contagiosa. Las flores la miraban, y sin percatarse la sombra se había extendido, ahora era mucho más grande. Ella se dio la vuelta con una sonrisa en su rostro y la sombra desapareció delante de ella... aunque ahora había algo diferente, podía ver el pendolón de proa, el casco y las velas que se estaban extendiendo pausadamente en aquella nave.

Alargó la mano con temor, se detuvo, la sentía pero no llegaba a tentarla, hasta que sus dedos acariciaron la superficie tersa de la piel de madera desde proa hasta el mástil inferior. Entonces y sólo entonces comenzó a desplazarse muy lentamente, podía ver unas velas de color cobre que se extendían reflejando colores, que pintaban a las flores con nuevas tonalidades. Sus manos la acariciaban, como cuando das un beso, y sus diminutos dedos se introdujeron en su interior, como cuando rozas con la yema de los dedos la superficie del agua. Un sonido se extendió, era como cuando te abrazan muy fuerte, sus cuadernas crepitaron. Sus pequeños dedos se fundían en su interior y se podía ver como se transformaban a su paso en letras e hilachas de colores que se extendían entre sus manos, entre sus dedos, envolviéndola en un manto que daba color al prado e iluminaba el día.

No podía dejar de mirar esas letras, esos colores que la envolvían por su acción y la rodeaban, letras y pigmentos que se alzaban y que poco a poco comenzaron a transformarse en multitud de flores que extendieron sus alas y comenzaron a volar en todas direcciones. Se podía ver a sí misma rodeada de todas ellas... la niña, despertó de sus sueño y su voz hizo una pregunta, quién eres... el espíritu del aire le contestó, "La Nave de los Vientos".

Ella quedó tendida sobre el prado, mirando como el cielo era dibujado por pinceladas de nuevas tonalidades que caían desde lo alto cubriendo todo a su paso. Una sonrisa se dibujó en su rostro.


Lámina de Amahi Mori.
Texto de Jesús López.

martes, 19 de noviembre de 2019

una pequeña mano

una pequeña mano


Amahi Mori

Una pequeña mano salió de la niebla, me buscaba, era la de una niña pequeña,  estaba perdida y sola en aquel camino del limbo. Al verme se asustó, sintió miedo, llevaba demasiado tiempo pérdida, y cada día se sumía más en ese lugar sin espacio, sin sentidos, sin sentimientos.

-¿Quién eres?
-Soy yo.
-¿Y tú quién eres?
-¡Yo, ya te lo he dicho!
-¿Y quién es yo, o sea tú?
-Pues yo, ya te lo he dicho antes. –Le contestó con una leve sonrisa.

Ella se le quedó mirando durante unos instantes, hasta que volvió a preguntarle, armada con más paciencia.

-¿Cómo te llamas, cuál es tu nombre? –Le preguntó con el objeto de no dejarle ninguna salida.

-No tengo nombre.

¿Cómo que no, todo el mundo tiene uno? –Le repuso, aunque su rostro evidenciaba extrañeza y curiosidad.

-Yo no tengo nombre.

-Eso no puede ser posible, todo el mundo tiene un nombre.

-Ya te lo he dicho antes, yo no tengo nombre, ¿acaso es necesario tener uno?
-Pues claro, todo el mundo tiene uno, toda persona tiene un nombre.
-No tengo nombre.

Ella lo miró con atención.

-Eres raro, no tienes nombre.
-Los nombres para mí no son importantes, pero en cambio tú, sí.
-¿Yo?
-Sí, tú, tú eres importante, tú eres lo importante, no tu nombre, él no dice nada de ti, en cambio tú, tu lo dices todo de ti misma.

Su rostro mostró una extraña mueca de incredulidad.

-No te preocupes. –Le dijo él.
-¿De qué? –Le contestó ella.
-De la niebla.

Su pequeña mano se aferró a  la suya, sus dedos se entretejieron y por primera vez sintió la calidez de la amabilidad de quien te ofrece. Una pequeña lágrima circundó sus ojos, él no dijo nada.

-Y si no tienes nombre, entonces ¿tú qué eres?
-Me gusta esa pregunta.
-Soy algo así como un come sueños.
-¿Te comes los sueños? –Le dijo poniendo un rostro sobre articulado de extrañeza.
-¡No!, no me los como, me los llevo.
-¿A dónde?
-Lejos, muy lejos, donde ellos no molesten.
-¿Y eso dónde está?
-Curiosa pregunta, está muy cerca de ti.
-¿Dónde está eso?
-Eso está junto a ti, soy yo. Yo me los llevo para que esa niebla nunca más vuelva a molestarte.

Su pequeño rostro evidenciaba sorpresa.

-¿Por qué estás aquí? –Dijo en un hilo de voz.
-Porque tú me has llamado.
-¿Yo te he llamado?
-¡Sí!
-¿Yo te he llamado…?
-Sí, ¿no estabas gritando en silencio entre esta niebla que te rodea y no permite que salgas de este sitio?

Se dio cuenta de que era exactamente lo que le sucedía.

-¡Sí! –Dijo ella con un hilo de voz.
-Pues por eso he venido, perdona que haya tardado tanto, en ocasiones me cuesta escuchar vuestros gritos de ayuda.
-Pero yo no he gritado.
-Lo sé.
-Entonces, ¿cómo es que me has escuchado?
-Hay algo que grita de una forma más profunda y atroz… y ella está dentro de ti.
-Y eso qué es.

Le contestó con una sonrisa sobre aquel rostro serio.

-Eso es quien realmente eres tú, a ti te escucho, a tu voz… no podría.

Él le extendió la mano, rompiendo y deshilachando la niebla… ella le tentó los dedos en unos primeros momentos, luego se la fue agarrando poco a poco hasta que la asió muy fuerte contra sí y terminó por abrazarse a sus piernas. Sus ojos dejaban escapar lágrimas que recorrían sus mejillas. Una mano las recogió y otra la abrazaba mientras una voz le susurraba muy suave al oído que ya no tenía que tener miedo.

-¿A dónde vamos, a dónde me llevas?

Unos instantes de silencio.

-Fuera de esta niebla.
-Eso es imposible, nunca he podido salir de ella.
-Para eso estoy aquí, tú me has llamado y por eso he venido… para sacarte de ella.

Sus pequeños ojos redondos estaban muy abiertos, se quedaron mirando aquellos otros que eran oscuros, muy oscuros, como cuando miras a una noche profunda y en lo más hondo de ella ves algo…

-¿Tus ojos son negros?
-Sí
-Son profundos y me dan un poco de miedo…
-No te tienen que dar miedo, no tienes que tener miedo…
-Pero hay algo en ellos, como un pequeño punto que cambia de color, ahora marrones, ahora verdes, luego azules, más allá rojos hasta detenerse sobre una tonalidad violeta muy brillante.

El silencio los acompañó durante unos pasos, pero la niña pequeña no podía dejar de preguntar, necesitaba entender.

-¿Por qué brillan así en lo más profundo de ellos?
-¿Lo has visto?
-¿El qué?
-Esa pequeña luz que brilla.
-¡Sí!

Una sonrisa invadió el espacio entre ambos.

-No son mis ojos los que ves, sino los tuyos.
-¿Eso no lo entiendo?
-Te has visto reflejada en mí, te estabas viendo a ti misma.
-¿Y esa pequeña luz?
-Tendrás que descubrirla por ti misma, pero esa luz eres tú.
-¡Yo no soy luz!
-No, no eres luz, eres la luz, pero la tienes que descubrir tú misma… ¿vamos?
-¿Te volveré a ver?
-Posiblemente.
-¿Cuándo?

El silencio fue frío, se acercó, se arrodilló junto a ella y…

-Seguro que nos veremos, pero ahora tengo que volver…
-¿A dónde?
-Allí, a la niebla.
-¡No!... quédate conmigo.
-Eso no puede ser, tengo que volver a ella, hay más personas que me llaman, he de ayudarlas a salir de ella.
-¿Por qué no te quedas?
-No puedo, pero me volverás a ver, te lo prometo…
-¿Cuándo?
-Cuando seas mayor, recuerda…. cuando seas mayor, una vez me dijiste que deseabas volar en una nave, que en ocasiones deseabas marcharte lejos, muy lejos y huir lejos en ella.
-Pero eso no puede ser, eso no ha pasado.
-Pasará, entonces te darás cuenta de que soy yo. Sólo tendrás que  darme la mano y te mostraré esa niebla que tanto te inquieta para que nunca más vuelvas a verla.
-Y entonces ¿qué queda, qué quedará?
-Un bello recuerdo, porque tú debes ser libre y seguir andando para vivir tu propia vida. Despegarnos de la niebla nos inquieta, nos cuesta trabajo, nos duele, su compañía nostálgica nos agrada, nos envuelve… pero amiga mía, ella no te deja avanzar…y tienes que ser libre.

-¡Tengo miedo!
-No temas, dame la mano, andemos juntos, sonríeme, sonríe, disfruta de este pequeño camino, de estos pocos pasos que nos quedan, siente la luz como va penetrando en la niebla, despídete de ella y mira lo que encontrabas en mis ojos que eran tus deseos, ahí los tienes…

Ella le apretó la mano, se la soltó y anduvo unos pocos pasos, tras de sí estaba él y nada más, frente a ella… un prado cubierto de pequeñas flores se extendía sobre el horizonte, la luz atravesaba un cielo azul turquesa, intenso y brillante, las nubes dibujaban con sus jirones efímeras figuras que corrían en pos de los vientos.

Se dio la vuelta, lo abrazó y salió corriendo por el prado… de repente se detuvo y le preguntó.

-¿Qué encontraré allí, al otro lado del prado?

-Verás la nave con la cual has soñado escapar y alejarte de todo, es La Nave de los Vientos, mi nave, esa por la cual me preguntarás cuando seas mayor, verás junto a ella tu camino, síguelo, no te preocupes que no te perderás.

-Y al final ¿qué encontraré?

-Esa pregunta no es la correcta, ya que yo sólo tengo preguntas y ninguna respuesta… aunque esa pregunta está relacionada con el mar… y ahora soy yo quien te pregunta… ¿el mar?
-¡No lo sé! –Dijo con estupefacción y extrañeza.
-Tranquila, cuando nos volvamos a ver.

Se abrazó a sus piernas, él se agachó, ella no quería irse, sus manos se despegaron lentamente mientras sentía que algo brotaba de ellas.

-¿Te volveré a ver alguna vez? –Dijo con una voz entrecortada.
-No te preocupes, ellas te acompañarán y estarán atentas a ti, en silencio.

Sus pies avanzaban deprisa sobre las láminas verdes del prado, sus pasos se detuvieron lentamente conforme más se acercaba a esa nave que él le mencionó, no es que fuese muy grande, pero para ella era enorme. Lo que más le llamó la atención era que flotaba sobre el suelo, estaba suspendida en el aire, volaba y sus sombras jugaban con los pétalos de las flores, dejando escapar destellos que no entendía. Su pequeña mano se posó sobre su superficie de madera y un sonido, como cuando te abrazan muy fuerte, hizo crepitar sus cuadernas. Sus dedos la acariciaron, mientras ellos se fundían en su interior y veía como se transformaba a su paso en letras y colores que se extendían entre sus manos, entre sus dedos, dando color al prado e iluminando el día. Tentaba las letras e introducía los dedos en aquellos colores que nunca había visto, ellos poco a poco comenzaron a transformarse en multitud de flores que extendieron sus alas y comenzaron a volar en todas direcciones… ella, la pequeña niña, despertó de su sueño…

Y ahora ha vuelto a despertar…

-¡Hola!… ¿te acuerdas de mí… me das la mano y salimos de la niebla que te embarga…?

Silencio, una lágrima habla sobre una mejilla.

-Has vuelto.
-Sí.
-¿Por qué?
-Porque me has llamado, porque un día se lo prometí a una niña pequeña.
-¿Y volverás a sacarme de la niebla?
-Sí.
-No te preocupes, sé salir, podré salir de ella, esta no hace falta que te la lleves.
-No, esta no es igual que la otra, a esta la devoraré hasta destruirla, no dejaré nada de ella, salvo un único recuerdo puro y agradable como un sueño que se olvida.

Ella lo miraba con atención.

-¡No has cambiado!

Su respuesta, una sonrisa.

Amahi Mori

-¿Me das la mano?

Una mano asió a la otra, sus dedos se entrelazaron.

-¡Sí!
-Y ahora… cuéntame cada una de sus letras.


Ella comenzó a contarle en un hilo de voz, más débil que un susurro, mientras paso a paso se alejaban de aquella niebla que él iba devorando poco a poco.


Dibujos de Amahi Mori.
Texto de Jesús López.

Gracias Amahi por ofrecernos el reflejo en el cual contemplarnos.



lunes, 18 de noviembre de 2019

Setenil en el III Congreso Internacional del IERS

El III Congreso Internacional del IERS, nos ha ofrecido un amplio recorrido desde el antiguo régimen hasta la actualidad. 

Hemos de dar las gracias, al IERS y a la Real Maestranza de Caballería de Ronda por habernos ofrecido la oportunidad de mostrar el Catastro del Marqués de la Ensenada desde una perspectiva nacional de mano de Concepción Camarero y local a cargo de Isabel Mª Parra y Jesús López.

Concepción Camarero nos ilustró con "La serranía de Ronda y el Catastro de Ensenada".

Isabel Mª Parra con la investigación de "El Catastro de Ensenada en Setenil. Una aproximación a la ubicación social de la mujer".

Jesús López con "Librum Legere. La lectura del Catastro del Marqués de la Ensenada de Setenil" y "La Iglesia de Nuestra Señora de la Encarnación y el Hospital Real de Santa Catalina (s.XV-XVII).

Hemos de agradecer las felicitaciones recibidas por la investigación llevada a cabo sobre "El Catastro del Marqués de la Ensenada de Setenil" y que culminarán su fruto con la pronta publicación del mismo.

Jesús López en la exposición de la Iglesia de Nuestra Señora 
de la Encarnación y el Hospital Real de Santa Catalina.

Debate tras la exposición del "Librum Legere. 
La lectura del Catastro del Marqués de la Ensenada de Setenil".

Concepción Camarero tras su exposición.

Conferencia sobre "La Serranía de Ronda y el Catastro de Ensenada".

Exposición de la investigación realizada sobre "El Catastro de Ensenada en Setenil. 
Una aproximación a la ubicación social de la mujer".

Isabel Mª  Parra mostrando la metodología utilizada 
y sus posteriores conclusiones.

"alas de amapola" en "The Floor", el nuevo programa de Antena 3 presentado por Manuel Fuentes.

 " alas de amapola " en   " The Floor ", el nuevo programa de Antena3 presentado por Manuel Fuentes. Mi agradecimiento a...