No hay Navidad sin su cuento ni un cuento sin su Navidad, esta historia que se cuenta no se sabe si sucedió en un pasado remoto, en un tiempo que no existe o en un futuro que está por venir.
Pero de lo que sí estoy seguro, es que todas las noches, cuando te vas a dormir y te refugias en los sueños no eres tú quien los concibe... es ella quien los imagina y los crea para ti....
La Creadora de Sueños
Las vidrieras permanecen suspendidas entre cuerpos blancos que las sustentan abiertas al aire de la tarde, aromas a jazmín. Mientras, una imagen se desliza por el interior de la estancia dejando a su paso un reflejo sobre el cristal de la ventana. Un lápiz se entrelaza en silencio sobre el último rayo de luz que queda suspendido entre sus cabellos. Los dedos han hilvanado el color que queda hierático sobre una punta efímera, que permanece a la espera.
Sobre el atril, una superficie incolora se extiende, una mano acaricia su piel y le imprime su alma. La otra se desplaza hasta alcanzar lo olvidado entre los mechones de luz del atardecer y esos efímeros hilos de la luz de un crepúsculo.
Ese instante de color queda sobre el lápiz que ella desliza sobre la hoja, un pétalo tras otro y un aroma inexistente se expele del interior de la habitación al jardín. La noche llega y la luz trémula de una lámpara oscila entre las siluetas de las paredes.
Dos figuras fugaces se mueven entre las luces grises y opacas de cada objeto.
- ¿Qué está haciendo?
- ¿Ella? -Le pregunta una sombra a otra aún más desdibujada sobre el plano de la pared y escondida tras el mueble.
- Sí.
- ¿Todavía no te has dado cuenta?
- ¿De qué, de qué nos tenemos que dar cuenta? ¿Qué hacemos aquí?
- Habla más flojo, no debe escucharnos, no te has dado cuenta todavía, para eso existimos. Existimos por ella, no para ella y por eso estamos aquí, creo que te queda mucho por aprender, pero no te preocupes, ahora mira, guarda silencio y esperemos.
- ¿A qué tenemos que esperar?
- ¡Silencio! -Mientras se ponía su dedo delante de la boca marcando un viejo ritual de silencio.
- ¿¡ Ella... quién es...!? -Dijo mirándola con expectación.
- Ella es quien te ha creado sin saberlo, ella es quien crea y da vida a nuestros sueños, a los sueños y a los sueños de los sueños que están por venir, y a aquellos que no hemos sido capaces de terminar... ella los crea, ella los termina...
- ¿Has visto esa sombra?
- Sí.
- ¿Y..?
- Él viene entre las sombras, ella le pinta letras que sólo él sabe leer, lo hace entre sus dibujos, entre sus cuadros. Las pinta en el aire... las crea y les da forma para él. -Le dijo una sombra a otra.
- ¿Por qué?
- Porque él es quien escribe nuestros sueños, pero necesita que le escriban sus letras. Esos pequeños símbolos que necesita utilizar y también colores con los cuales poder pintarlas a ellas, a las letras y a ellos, nuestros sueños.
- ¡Es extraño!
- No es extraño, observa. Mira en ese rincón, le ha dejado amontonadas unas letras pintadas, has visto, las recoge en silencio, sin decir nada y se las lleva.
- No le ha dado las gracias...
- Tú crees que no lo ha hecho... no te das cuenta el aroma que ha quedado, a flores y hoy... a jazmín y a rosas, no crees que puede existir mejor regalo.
- Pero se ha ido, no le ha dicho nada.
- No te has fijado. Tienes que percibir, que sentir... he ha sonreído, eso vale un mundo y ese aroma es más bello e intenso que un beso no dado, no necesitan lo que nosotros esperamos... silencio... atento y mira lo que hace...
- ...ven... ven... no te escondas, te he visto, quién eres... -Le pregunta ella.
- No tengo nombre.
Lo mira si verlo, aunque eso, ¿realmente importa?
- Eso no importa. -Le dijo con una sonrisa.
El lápiz fue a detenerse sobre la superficie blanca del papel en el cual quedó impregnado todo el olor de la luz del atardecer.
Ella le sonrió y le dijo.
- ¡Gracias!
- ¿Por qué? -Le preguntó en silencio.
- Por haber detenido la voz y el tiempo de la tarde para que pudiese tomar ese color que ahora también permanece sobre el lienzo en blanco.
Su sonrisa iluminó el último rayo del ocaso, pero sobre el papel permanecía una delgada línea de un eterno atardecer.
Sus dedos se detuvieron, el lápiz dejó paso al pincel y de él una mota de color sobre una mota de aire suspendida en el interior de la habitación.
- Tómalo. -Le dijo una sombra a otra.
- ¿El qué?
- El sueño. No te has dado cuenta que ha dejado en mitad de la estancia un rayo del atardecer suspendido, tómalo, es nuestro sueño, el que ha creado para que se lo llevemos a quien le pertenece.
- y ¿a quién le pertenece...?
- A quien creía que los había perdido.
A la pintora de sueños, Kasia.
Ella comienza a pintar un sueño en el interior de una esfera de cristal... pero esa, esa es otra historia que se contará en otro momento...
Imagen y dibujos de Kasia Uminska.
Texto de Jesús López.
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