"El molino de harina"
100x81, técnica mixta sobre madera
Segundo premio en el V certamen nacional de pintura
al aire libre de la Villa de Alba de Tormes (Salamanca).
Estaba sentado junto al río, tirando pequeñas piedras a sus aguas, viendo como la corriente se llevaba las ondas que se producían. No tenía ninguna intención, sólo miraba la pequeña escena en la cual me encontraba, mientras ella terminaba de pintar aquella imagen sobre una superficie blanca. No me veía, aunque yo a ella tampoco, sólo podía vislumbrar las pinceladas que alguien profesaba sobre un lienzo. Y ahora me preguntarás por qué sé que era ella, por qué sé que había alguien pintando. Te tengo que confesar que realmente no la veía, sólo podía ver lo que pintaba, lo que escribía sobre esa ventana abierta pintada de blanco, y la mano que utilizaba aquel pincel era el de una mujer joven. Su letra era clara, concisa, aún con sus dudas, sus anhelos, sus esperanzas, esas letras las podía ver de forma nítida. El resto del texto estaba escrito en tonalidades verdes y azules, pero aquellas superficies rojas me mostraban aquel viejo molino, el mismo que ahora podía ver con claridad.
Y todo esto sucedía, mientras seguía tirando piedras a la superficie del estanque. Unas alas pasaron junto a mí, tocando cada una de las piedras que yo lanzaba, hasta que tomó una entre sus patas y me la trajo, sus inconmensurables ojos azules me miraban con una sonrisa entre sus labios. La volví a lanzar y ella me la volvió a traer, mientras su pequeña cabeza se movía de un lado a otro y sus alas no dejaban de hacer vibrar el aire de emoción. Y allí nos podías ver, a ella, la libélula y a mí, jugando con las ondas que el río se lleva.
Al escuchar una voz a nuestras espaldas, la libélula se detuvo en el aire manteniendo aquella pequeña piedra. Quien pintaba, se sentó a mi lado, no me dijo nada, la libélula se posó junto con la piedra en su mano, no hablamos. La que escribía sobre el cuadro me miró y ambos, la miramos a ella, la libélula, con sus grandes ojos azules y sus cuerpo verde y amarillo, mientras la corriente se llevaba las aguas río abajo.
El molino rojo de harina, , ondas que el río lleva, el juego d ela libélula, frente al molino, paisaje en el estanque, un lienzo contra corriente, contra corriente... al final, al molino de harina le pusimos algunos nombres.
Fotografía y acuarela de Cristina Díaz.
Texto de Jesús López.
El molino rojo de harina, , ondas que el río lleva, el juego d ela libélula, frente al molino, paisaje en el estanque, un lienzo contra corriente, contra corriente... al final, al molino de harina le pusimos algunos nombres.
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Me encanta Jesús, sin más, me encanta. Besos :D
ResponderEliminary a mi
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