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viernes, 9 de abril de 2021

El laberinto... dudarás de encontrar su salida.

Alguna vez te has perdido en un laberinto, pues piensa en quien se encuentra en uno desde su primer recuerdo, la aventura es insuperable y su salida... a mí siempre me ha resultado inquietante, pero tu experiencia nunca será igual que la mía.

El laberinto es la vigésima historia de La Nave de los Vientos

viernes, 2 de abril de 2021

La decisión de Indicavía.

En una ocasión me regalaron un juego de madera con unas esferas de ágata, aunque el regalo tenía una propuesta añadida, ofrecer la solución del mismo. Dispuse cada una de las pequeñas bolas sobre su lugar, ocupando todos los agujeros del tablero a excepción del que se ubicaba en el medio. La petición, dejar sólo una al final, pero en la oquedad central... un precioso regalo con todo un desafío de por medio.

El tiempo comenzó a transcurrir, al principio no le encontraba sentido, hasta que cuando cerré los ojos, lo vi, e inicié el juego, cuarenta y cinco minutos después una pequeña esfera de ágata melada permanecía sola en el interior de un tablero de madera.

Aunque ese fue el juego que finalicé durante el día, el de la noche... fue completamente diferente. 

Las esferas de ágata están guardadas en una caja de madera y ágata melada.

viernes, 26 de marzo de 2021

ellas, la razón de mi próxima obra

Existen personas muy importantes en nuestras vidas y en mi caso, hay que sumarle la de los libros. 

A lo largo de los años, Isabel Mª., Claudia, Inma y Eva han estado ahí, acompañándome en cada instante, siendo pacientes y siempre ofreciendo esa palabra amable con el objeto de que siguiera escribiendo esa obra que desde el primer día se convirtió en la ilusión de un sueño. A Isabel Mª. y Claudia, gracias por soportar mis largas ausencias junto a "La Nave de los Vientos", a Inma por ser la editora que más alienta mi más pura fantasía, y a Eva, por siempre ser paciente en la espera de esa nueva historia que pide, anhela y cuida.

Fue un día intenso porque Isa e Inma se pusieron a desarrollar ideas 
sobre esa obra que próximamente estará entre vuestras manos, haciendo suyas un sueño.

En la misma mesa en la cual volví a ver los libros de Noissha
Sueños sobre los libros de Indicavía, pertenecientes a la 
La Nave de los vientos, nació la idea del próximo libro. 
(Sobre la mesa los libretos originales de Noissha y
Sueños sobre los libros de Indicavía).

el viaje más personal e íntimo... cuando descubres que puedes vivir ahí, que sólo tienes que despertarte

 "Igual que cuando nos quedamos dormidos, la vigilia es 
el sueño de aquel otro que permanece dormido en ti mismo. "

Una pequeña historia sustancialmente reveladora que nos acerca a nuestras inquietudes, a esas sombras que nos persiguen y a las cuales un día puedes llegar a decirles... te veo.


"La Nave de los Vientos" va recibiendo las primeras impresiones de sus lectores, siempre, gracias por ofrecerme vuestras impresiones más sinceras, para mí son muy importantes.

"Ayer terminé de leer La Nave de los Vientos, me he dejado llevar por la brisa y la tempestad que ha empujado a esta complicada y placentera travesía, complicada porque pienso que ha de ser muy cómplice para terminar de llegar a donde tú quieres llevarnos, y placentero porque he visto costas y horizontes que a simple vista no se aprecian, como dices he sentido el aroma de la piel del alma. Un abrazo."

"La imagen de la sombra", la décimo octava historia de 
"La Nave de los Vientos"



viernes, 5 de marzo de 2021

La pequeña Amaya

Aquella historia empieza con unos inconmensurables ojos azules, los busqué y un día los encontré, aunque me confundí, quien llamaba no era quien los había pintado, sino ella, su hija, para que ayudase a su madre.

Ella sólo me pidió una cosa... que no la dejase nunca, él cumple el deseo pedido.

La pequeña Amaya.

martes, 23 de febrero de 2021

complicidad

 Complicidad.

¿Qué te atrajo de alas de amapola?

Gracia por darle vida y enseñarlas a volar. 

Inmaculada Pavía es quien descubrió alas de amapola, ella le dio todo el impulso y ganas que necesitaba ese pequeño cuentos escrito en azul y rojo para que viene la luz. "Esa historia es algo personal", esas palabras siempre las recordaré.

Aunque también, "hagámoslo en orden, primero alas de amapola y después La Nave de los Vientos, su mirada y su silencio siempre me cautivaron, qué vio ella en La Nave de los Vientos que aún hoy, yo no lo he descubierto.

domingo, 7 de febrero de 2021

juegos bajo la lluvia


- ¿Qué haces?
- Jugar.
- ¿A qué estás jugando?
- Estamos jugando a hablar.

El rostro de su madre se asomó ligeramente tras su espalda y pudo observar como estaba pegada al cristal de la ventana y tras él se encontraba una pecera redonda de vidrio con su único pez, una pequeña maceta con una flor y una mariposa, que ha encontrado en lo más profundo de la ciudad un rincón para detenerse.

- ¿Y qué hacéis?
- Hablamos, ya te lo he dicho, estamos decidiendo a qué jugar. - Le dijo a su madre sin volver el rostro atrás, lo que provocó que del rostro de su madre se escapara una sonrisa entre la comisura de sus labios. 
- Pero ¿con quién estás hablando?
- ¡Con él mamá!
- ¿Con el pez?
- Sí. 
- ¿Y qué te dice?
- Quiere jugar fuera de la pecera.
- Pero tú sabes que no puede vivir fuera del agua, su pecera es su casa, y la mariposa y la flor ¿no te dicen nada?
- Son tímidas y hablan muy flojito, al pez lo escucho mejor.

Su madre se alejó entre las esquinas de las habitaciones de la casa y allí, junto al alfeizar de la ventana dejó una niña pequeña con dos coletas hablando a un pez, una flor y una mariposa.

- Vale, entonces nos vamos a la calle a jugar juntos.

En un momento dado, la pequeña sacó al pez del agua y con mucho cuidado lo dejó junto a la flor y la mariposa. Al principio el pez dio unas grandes bocanadas con su boca redondeada hasta que con lentitud comenzó a mover pausadamente sus aletas y quedar suspendido en el aire. Ahora podía ver al pez volar o nadar junto a la flor y la mariposa. La mariposa y el pez se pusieron a revolotear alrededor de la flor, mientras ella movía sus pétalos.

El pez, la flor y la mariposa se alejaron sobrevolando la calle, entretanto la lluvia seguía cayendo con lentitud sobre los cristales. El su juego  no dejaban de visitar cada ventana y cada árbol, mientras la voz de ella se escuchaba sobre el empedrado gris. 

Al volver a casa su madre le regaño, no lograba entender qué había hecho con el pez y la flor, ya que la pecera y la maceta estaban vacías. Por mucho que le explicó que se habían ido a jugar a volar, su madre le recriminó la pérdida y la crueldad de sacar a un pez del agua y a una flor de la tierra.

La noche se asomó tras las ventanas de aquel hogar y su madre se acercó a arroparla como   hacía cada noche, un beso en la frente y aquella frase... sonríe y duerme... Al acercarse a la ventana, pudo ver al pez durmiendo plácidamente en su pecera y a la pequeña mariposa en el calor que le ofrecían los pétalos de la flor.

A quienes aún hoy, son como ella,
 y un día me pidieron un cuentouna imagen,
 y me ofrecieron un abrazo, una palabra y sus recuerdos.


Quedan reservados todos los derechos de la propiedad intelectual.

viernes, 2 de octubre de 2020

Dos fotografías para una portada.

 Las dos fotografías que componen la portada de "La Nave de los Vientos".


La portada muestra una luna llena (derecha) que se ubicaba sobre Monte Perdido en el Parque Nacional de Ordesa y Monte Perdido en el municipio de Torla (Huesca). La perspectiva de la imagen nos ofreció la aparición de las sombras de las copas de los bosques de hayas y abetos, un día que regresábamos del ascenso a Monte Perdido, una vez en el valle nos detuvimos con el objeto de fotografiar el atardecer en Ordesa.

En la contraportada nos encontramos con una Superluna (izquierda), la fotografía fue tomada desde la puerta de casa en Setenil (Cádiz).

lunes, 16 de marzo de 2020

En algún lugar en el Mar de las Arenas


   Nunca supe dibujar el instante en el que nos conocimos, al principio aquella primera línea de arena guardaba tres sombras a contraluz, como cuando las ves de espaldas, si os fijáis, ellas siguen ahí, en el centro de la imagen, en el centro de la duna, al lado de una caravana que pasa sin verlos porque ya sólo son un eco en los vientos. Allí nos conocimos, aún hoy, guardamos esa amistad.

   Este pequeño dibujo, sin tiempo, realizado hace ya algunas décadas, nos evocaba eso... un futuro, un espacio en el que nos encontraríamos de nuevo.

   Ahora os dejos con esas pequeñas letras que escribimos y que han acompañado mis libros, porque ellos nacieron justo en aquel instante.

En algún lugar en el Mar de las Arenas:

   Nosotros hemos visto a las Naves de los Vientos en el Mar de las Arenas y escuchado su voz. 

   Nos conocimos en tierras que nunca encontrarás fijadas sobre la superficie de un papel, en un lugar en donde nada se pierde si sabes escuchar, y la verdad, son tantas las que vagan aguardando a que alguien se pare junto a ellas.

   La noche declinaba, el sol se mecía con su luz entre las olas y ella se reflejaba dorada en las aguas del Mar de las Arenas, allí fue donde nos conocimos. Lo vi sentado sobre una de ellas, fija e hierática permanecía la duna. Arenas ocres sobre el horizonte de un cielo que viene a nacer. Su figura a contraluz me llamó la atención, aquella sombra me invitó a sentarme.

   No hablamos, aprendimos a escuchar, y frente a nosotros navegaba una de las Naves de los Vientos en el Mar de las Arenas en pos de los Palacios de los Vientos.

    El tiempo pasó.

   Él decía que soñaba con los idiomas que yo conocía, nunca le dije que era yo quien lo envidiaba, él era capaz de escuchar la voz de los vientos..., su voz..., sus anhelos, sus esperanzas.

   Desde entonces nuestra amistad ha permanecido fiel y con ellas hemos podido seguir escuchando esas palabras que los vientos arrastran, esas palabras que están condenadas a vagar por el desierto hasta que alguien quiera escucharlas.

   Los años han pasado, nuestra piel ha envejecido, pero nuestras mentes permanecen fieles a ese primer día en el cual, parte de las letras que vais a leer, volvieron a ser escuchadas para ser escritas.

   Y aún hoy, espero ese día en el cual compartamos unos instantes en rededor de un fuego encendido en la luz de la noche, escuchando, siempre escuchando todos esos relatos que nos conducen a esas palabras que por vez primera nos comunican a ti y a mi.

   Y nosotros, los Hijos del Desierto, anhelamos el día en que vuelvas y nos podamos sentar junto a un hogar encendido y escuchar la voz que nos traen las Naves de los Vientos.

E. Van Eidgen.

Quedan reservados todos los derechos de la propiedad intelectual.

El texto pertenece a: LÓPEZ JIMÉNEZ, J. 2016, Setenil. Cuentos, historias y leyendas, Editorial La Serranía, pp. 9-10.

martes, 25 de febrero de 2020

domingo, 5 de enero de 2020

...un deseo de niña...


   Una niña se quedó mirando el cielo anaranjado de la gran ciudad y pidió un deseo, el cual nunca vino o ella creyó que nunca se hizo realidad, no sabía a que estrella pedírselo. Así que se quedó allí, mirando el firmamento que no podía ver por la luz que despedían las calles de la gran ciudad. Desde la terraza de su casa se imaginaba como serían, ya que nunca las había visto, nunca las había contemplado, porque aquella neblina siempre permanecía allí; durante el día, una bruma gris cruzaba el cielo bajo las nubes y de noche una niebla anaranjada aquí o más blanquecina allí, se deslizaba sobre la ciudad o se reflejaba entre esos jirones que de noche la recorrían.

   Se quedó dormida, contemplando un cielo estrellado que no existía y una noche que nunca llegaba... sin embargo una imagen comenzó a crear luz en su sueño, de lejos se veía a una niña tumbada sobre un prado de flores y ella, a sí misma, se veía contemplando un cielo de un azul que nunca había visto, mientras algunas nubes corrían de aquí para allá sin ningún sentido aparente, porque parecía como si se estuvieran persiguiendo unas a otras, al tiempo que junto a ella, pequeños puntos de color vestidos con pétalos la rodeaban y no dejaban de observar lo que ella perseguía con su vista. Una pequeña flor se le quedó mirando, así que ella se quedó mirando fijamente como giraba hacia ella, pero una flor cerró un poco los pétalos una vez, una segunda vez y a la tercera vez se escuchó un pequeño estornudo, a la vez que se movía y sus pétalos se cerraban convulsivamente para abrirse poco después y volver a descubrir el cielo que las miraba desde lo alto.

   Sonrió, le hizo gracia lo que acababa de suceder, así que acarició uno de los pétalos de la flor, mientras le daba un beso con uno de sus dedos, a su vez la flor se ruborizó, cambiando de color. Estaba feliz, tan feliz que cerró los ojos y no sabemos muy bien si se quedó dormida o estaba despierta soñando.

   En el sueño... sus pequeños pies avanzaban sobre la hierba del prado, dejando a un lado puntos de color que la rodeaban, avanzaba sin mirar, sólo sentir y respirar, no necesitaba nada más.

   La luz de la mañana se deslizaba sin detenerse, arrastraba aromas y una claridad que resultaba extraña, mientras veía como pasaba, una sombra se puso a su lado. Era alargada, el extremo de las misma se paró algunos pasos por delante de ella. No dijo nada, siguió su sendero verde no marcado y la sombra la acompañó en silencio y sin cuerpo que la produjese, ya que miró de donde provenía y no pudo ver absolutamente nada, sólo era una sombre que la acompañaba.

   Se paraba y la sombra se detenía, se movía y la sombra se desplazaba a su par, en la coordinación perfecta de un ballet no ensayado. Así que se puso a correr todo lo que pudieron sus fuerzas y allí estaba ella, lo siguiente fue perseguirla, la sombra siempre se alejaba lo justo para que no la alcanzase. Al final, cansada se detuvo y se dio cuenta de que la sombra era más grande, mucho más grande, ahora era ella quien guardaba la distancia para verla mejor. Así que la fue bordeando de principio a fin, hasta encontrarse en el punto de partida. Entonces y sólo entonces se dio cuenta de que era la silueta de un barco, de una nave muy grande para ella que era muy pequeña.

   Se puso justo delante de la punta de aquella sombra. Aquel espacio más oscuro no se movía, pero ahora era translúcido y en algunas partes no había desaparecido completamente. Así que se puso a andar y la sombra la siguió a su ritmo, al de ella. Una sonrisa permanecía sobre su rostro, porque le hacía gracia que aquella superficie decolorada le siguiese, una sombra sin cuerpo, pero no pudo evitarlo, una sonrisa condujo a una carcajada sonora y contagiosa. Las flores la miraban, y sin percatarse la sombra se había extendido, ahora era mucho más grande. Ella se dio la vuelta con una sonrisa en su rostro y la sombra desapareció delante de ella... aunque ahora había algo diferente, podía ver el pendolón de proa, el caso y las velas que se estaban extendiendo pausadamente en aquella nave.

   Alargó la mano con temor, se detuvo, la sentía pero no llegaba a tentarla, hasta que sus dedos acariciaron la superficie tersa de su piel de madera desde proa hasta el mástil inferior. Entonces y sólo entonces comenzó a desplazarse muy lentamente, podía ver unas velas de color cobre que se extendían reflejando colores, que pintaban a las flores con nuevas tonalidades. Sus manos la acariciaban, como cuando das un beso, y sus diminutos dedos se introdujeron en su interior, como cuando rozas con la yema de los dedos la superficie del agua, un sonido se extendió, era como cuando te abrazan muy fuerte, sus cuadernas crepitaron. Sus pequeños dedos se fundían en su interior y se podía ver como se transformaban a su paso en letras e hilachas de colores que se extendían entre sus manos, entre sus dedos, envolviéndola en un manto que daba color al prado e iluminaba el día.

   No podía dejar de mirar esas letras, esos colores que la envolvían por su acción y la rodeaban, letras y pigmentos que se alzaban y que poco a poco comenzaron a transformarse en multitud de flores que extendieron sus alas y comenzaron a volar en todas direcciones. Se podía ver a sí misma rodeada de todas ellas... la niña, despertó de su sueño y su voz hizo una pregunta, quén eres... el espíritu del aire le contestó. -"La Nave de los Vientos".

   Ella quedó tendida sobre el prado, mirando como el cielo era dibujado por pinceladas de nuevas tonalidades que caían desde lo alto cubriendo todo a su paso. Una sonrisa se dibujó en su rostro, mientras abría los ojos y se despertaba por unos instantes, ya que la niña pequeña volvió a quedarse profundamente dormida, pero esta vez se imaginaba que pintaba un cielo estrellado sobre un campo lleno de flores y un mar azul que bañaba las orillas de una tierra que se cubría de tonalidades rojas mientras un viejo olmo le hacía compañía. El dibujo estaba sobre un sencillo papel blanco, pero aquella pintura pertenecía a un deseo, deseo que ella pintó en lo más profundo de una esfera de los deseos. Sus dedos eran delicados y por unos momentos pensó que no era ella misma, sino algún alma, alguien que se dedicaba a pintar los sueños y ahora estaba pintando su sueño y su deseo. El lápiz y el pincel ondulaban sobre su mano alternándose en una escena que poco a poco iba tomando forma, con delicadeza, con tranquilidad y siempre, siempre, con una sonrisa. Un reflejo de atardecer en mitad de sus sueños y la sombra de la figura de una mujer se deslizó a su lado mostrando la esfera que contenía el sueño de su deseo. Rozó su mano, estaba fría, muy fría, pero era cálida, miró dentro, muy dentro y pudo ver lo que había deseado para un día que no es hoy y no es mañana, porque es un tiempo que aún no existe, aunque se encuentra , en cierto sentido, esperando en el interior de aquella esfera que la silueta de aquella mujer del atardecer se lleva.

   Abrió los ojos, bostezó entre risas mientras veía que el suelo de la terraza de su casa había desaparecido, se encontraba sobre la superficie de un mar en calma. Era transparente y terso como una superficie de terciopelo de cristal azul que te arropa y todo te lo muestra. Sus ojos se abrieron del todo cuando una luz incierta cruzó el cielo sumergiéndose en lo más profundo de ese mar sobre el cual se encontraba. La brisa era suave, olía a mar, a jazmín y a un aroma extraño, nunca lo había olido... una Luna Azul se asomó sobre ese otro mar de jirones de nubes que se extendía sobre ella. Las nubes parecían las ondulaciones de las aguas del mar cuando las miras desde abajo, desde su interior y te reflejas en él. Y sobre esa línea tersa de ese nuevo mar en el cual ella se encontraba dentro, una Luna Azul cruzó el cielo estrellado de la noche. Por primera vez veía las estrellas, por primera vez las contemplaba. Aquel olor extraño se hacía más presente y se dio cuenta de que lo traía la luz azul de la Luna Azul, la cual avanzaba en el cielo de un mar que estaba ahí.

   Alargó su mano y tocó desde su perspectiva todas y cada una de las estrellas, a todas las acariciaba, a todas las besaba, hasta el pequeño instante que en una lágrima comenzó a recorrer su rostro. Entonces se dio cuenta de que esta no recorría su mejilla, sino que se alzaba por encima de ella, en dirección al espejo de ese otro mar, de ese otro cielo justo hacia la Luna Azul, se había detenido justo encima de ella.
   Veía como una lágrima se alegaba entre las sombras y reflejos que la luz producía al penetrar en el agua. Pero entre aquellos reflejos comenzaron a aparecer sombres que oscilaban pausadamente, nadando en el interior de aquel éter de un mar interior. La silueta comenzó a tomar forma, nunca las había visto, pero las identificó conforme una se acercaba a ella. Era una ballena, se sumergió tan majestuosamente que alargó más su mano, la ballena descendió tanto en el interior del cielo de aquel sueño que se quedó tan cerca de ella, que la niña pequeña la pudo tocar, besándole con las yemas de los dedos su rostro.

   Se puso sus dedos sobre los labios y le llevó el beso a ella.

   Pero sus ojos se detuvieron sobre alguien que acompañaba a la ballena, quien se bajó de su lomo y se puso junto a la niña, de pie mirándola y con una sonrisa escondida en un rostro que apenas podía percibir.

-¡Hola!
-¡Hola! -Quien preguntaba no obtenía contestación.
-¡¿Hola?! -Le dijo mientras esperaba paciente, con una sonrisa casi imperceptible y atendiendo a como ella abría aún más los ojos.
- ¿Sí, quién eres? Su hilo de voz era apenas audible.
-Yo, quien viene a por tu deseo.
-¿Qué?
-Has pintado un deseo, vengo a por él.
-No he pintado nada.
-Creo que sí, estabas imaginando que te encontrabas pintando un bello sueño, te has quedado dormida y lo has seguido pintando, y ahora que te has despertado, yo vengo a por él.

   Ella lo miraba con desconcierto, porque a decir verdad, no entendía absolutamente nada.

-¿Vienes a por qué?
-A por tu deseo, el que has pintado dentro de la esfera de cristal.
-No, yo lo he pintado sobre el papel... mira. -Le decía mientras le mostraba un dibujo realizado sobre un papel.
-Efectivamente, te lo he dicho desde el principio, vengo a por tu deseo, el que tú has creado.
-¿Yo he creado... qué?
-Has creado tu sueño, tú lo has hecho, lo has imaginado, has soñado con él y le has dado vida.
-¿Pero... pero... qué?... Yo sólo soy una niña pequeña.
-Tal vez seas sólo una niña pequeña, pero nadie salvo tú, es capaz de crear todo lo que ves.
-Y tú... ¿a ti también te he creado en mis sueños?
-No.
-¿No?
-No, a mí no.
-No eres fruto de mi imaginación.
-No.
-¿Entonces quién eres?

Silencio.

-Yo solo soy un reflejo en tus sueños.
-No te entiendo.
-Siento no poder ser más claro, pero soy justamente eso, un reflejo en tus sueños.
-No te entiendo.
-Pero creo que eso, ahora mismo, a ti y a mí nos da igual, lo importante es que por primera vez has visto las estrellas, por primera vez has visto la luz azul de la Luna Azul y eso amiga mía, eso te puedo asegurar que es algo realmente difícil... -Le interrumpió la niña.
-También le ha visto a ella y luego a ti.
-Sí, nadie las ve, aunque tú la has llamado.
-¿Yo? -Dijo con estupefacción.
-Sí, ella siguió el camino de tu lágrima, una lágrima de alegría, es tan importante para ella que no pudo resistirse en seguir su camino recorrido y saber de dónde provenía, o mejor dicho, de quien provenía.
-No lloraba, era una simple lágrima.
-Llorar no es malo y menos si es de alegría, pero esas lágrimas en concreto son muy valiosas.
-Sí, ¿por qué?
-Sentir es un bien escaso y tú has llorado por ver por primera vez las estrellas... tu lágrima para ella es muy valiosa. Ese es el motivo de nuestra visita.
-Y ¿cuál es el motivo de nuestra visita?
-El sueño de tu deseo.
-Eres extraño.
-Gracias.
-No te molesta, lo que te he dicho.
-¿Por qué me han de molestar tus palabras cuando estás sonriéndome y me las entregas con agrado?
-Eres extraño.

Un sonido inundó el cielo de ese mar sumergido en esas otras aguas.

-Hemos de marchar.
-¿Te volveré a ver?
-Sí.
-¿Cuándo?
-Cuando seas mayor.
-Y ¿por qué cuando sea mayor?
-Porque entonces necesitarás este sueño, este deseo y estaré allí para entregártelo.
-¿Quién eres?
-Eso mismo me preguntarás entonces y te contestaré lo mismo.
-¿Cuál es tu nombre?

Agachó su rostro y le sonrió levemente.

-Yo no tengo nombre.
-Y entonces ¿cómo te recordaré?
-No me recordarás, recordarás tu deseo y algo de tu infancia que recordarás como una sombra sin nombre.

Los dos se miraron sin decir nada.

-No tienes nombre, no te recordaré... ¿estás sólo?

Una nueva mirada se mostró entre sus labios.

-No estaré sólo, estaré esperando ese día en el cual nos volveremos a ver, aunque tú no lo recuerdes.
-Es todo muy extraño, pero te puedo pedir algo.
-Claro.
-Cuando se agrande, me gustaría que me recordases esta conversación.
-Lo haré, aunque no servirá de nada, no me recordarás.
-Bueno, pero no importa, lo harás por mí.
-Claro que sí.


   Un leve movimiento, y se alzó de nuevo emitiendo un sutil sonido rodeado del aroma de la Luna Azul y de la única flor que nace allí, olor a lirios. No la perdió de vista y contempló como la ballena se reunía con sus hermanas y seguían su camino hacia las estrellas... la niña pequeña se quedó dormida.

-¡Hola!
-¡Hola! -Quien preguntaba no obtenía contestación.
-¡¿Hola?! -Le dijo mientras esperaba paciente, con una sonrisa casi imperceptible y atendiendo a como ella abría muy lentamente los ojos.
-Sí, ¿quién eres?
-Sé que no te acuerdas de mí, vengo a traerte lo que me pediste.
-No recuerdo haberte pedido nada.
-No te preocupes, sé que no me recuerdas. Pero vengo a traerte lo que me pediste que te guardase durante estos años.
-¿No sé qué me dices, no te entiendo, pero quién eres, qué quieres?

   Puso una mano sobre otra y de repente una esfera que despedía pequeños reflejos de luz estaba entre sus manos, se la extendió y le dijo...

-Te he traído tu deseo... Sí, hace algunos años, siendo una niña, lo pintaste y me pediste que te lo guardase hasta el momento en el que él te hiciera falta, y este es el momento.
-Pero, no sé quién eres y no recuerdo haberte pedido nada, y menos un deseo.
-Sé que no sabes quién soy, ni yo lo sé, sé que no me recuerdas, yo a ti sí y sí, me pediste algo, que guardase para ti el deseo que pintaste siendo una niña, aquella noche en la terraza de tu casa en la cual, por primera vez viste las estrellas y ahora crees que soñaste con una ballena que se acercó tanto a ti que la pudiste acariciar con la mano, mientras tú te veías sobre el mar y el cielo, el cual, a su vez se había convertido en otro mar.

Un rostro de sorpresa.

-¿Cómo puedes saber algo que es mío, que sólo conozco yo?
-Porque yo estaba allí ese día.
-¿Eres ella?
-No, yo iba sobre ella, soy quien descendió junto con ella y habló contigo.
-No entiendo nada.

-Me entregaste el deseo más bello, una lágrima de alegría.

Se giró levemente, y le entregó una esfera que brillaba entre sus manos.

-Tu deseo.

  Ella se despertó, se había quedado profundamente dormida, la luz de la mañana entraba tras una ventana que dejaba que la luz inundase el interior de la habitación... la imagen del recuerdo no se había ido, había vuelto, lo recordaba, recordaba el sueño de su deseo, ahora ya no era una niña, y su deseo... él se cumpliría hoy.


Quedan reservados todos los derechos de la propiedad intelectual del presente artículo.

miércoles, 25 de diciembre de 2019

La Creadora de Sueños (Cuento de Navidad)

       No hay Navidad sin su cuento ni un cuento sin su Navidad, esta historia que se cuenta no se sabe si sucedió en un pasado remoto, en un tiempo que no existe o en un futuro que está por venir.

      Pero de lo que sí estoy seguro, es que todas las noches, cuando te vas a dormir y te refugias en los sueños no eres tú quien los concibe... es ella quien los imagina y los crea para ti....

La Creadora de Sueños

Las vidrieras permanecen suspendidas entre cuerpos blancos que las sustentan abiertas al aire de la tarde, aromas a jazmín. Mientras, una imagen se desliza por el interior de la estancia dejando a su paso un reflejo sobre el cristal de la ventana. Un lápiz se entrelaza en silencio sobre el último rayo de luz que queda suspendido entre sus cabellos. Los dedos han hilvanado el color que queda hierático sobre una punta efímera, que permanece a la espera.

Sobre el atril, una superficie incolora se extiende, una mano acaricia su piel y le imprime su alma. La otra se desplaza hasta alcanzar lo olvidado entre los mechones de luz del atardecer y esos efímeros hilos de la luz de un crepúsculo.

Ese instante de color queda sobre el lápiz que ella desliza sobre la hoja, un pétalo tras otro y un aroma inexistente se expele del interior de la habitación al jardín. La noche llega y la luz trémula de una lámpara oscila entre las siluetas de las paredes.

Dos figuras fugaces se mueven entre las luces grises y opacas de cada objeto.

- ¿Qué está haciendo?
- ¿Ella? -Le pregunta una sombra a otra aún más desdibujada sobre el plano de la pared y escondida tras el mueble.
- Sí.
- ¿Todavía no te has dado cuenta?
- ¿De qué, de qué nos tenemos que dar cuenta? ¿Qué hacemos aquí?
- Habla más flojo, no debe escucharnos, no te has dado cuenta todavía, para eso existimos. Existimos por ella, no para ella y por eso estamos aquí, creo que te queda mucho por aprender, pero no te preocupes, ahora mira, guarda silencio y esperemos.
- ¿A qué tenemos que esperar?
- ¡Silencio! -Mientras se ponía su dedo delante de la boca marcando un viejo ritual de silencio.
- ¿¡ Ella... quién es...!? -Dijo mirándola con expectación.
- Ella es quien te ha creado sin saberlo, ella es quien crea y da vida a nuestros sueños, a los sueños y a los sueños de los sueños que están por venir, y a aquellos que no hemos sido capaces de terminar... ella los crea, ella los termina...
- ¿Has visto esa sombra?
- Sí.
- ¿Y..?
- Él viene entre las sombras, ella le pinta letras que sólo él sabe leer, lo hace entre sus dibujos, entre sus cuadros. Las pinta en el aire... las crea y les da forma para él. -Le dijo una sombra a otra.
- ¿Por qué?
- Porque él es quien escribe nuestros sueños, pero necesita que le escriban sus letras. Esos pequeños símbolos que necesita utilizar y también colores con los cuales poder pintarlas a ellas, a las letras y a ellos, nuestros sueños.
- ¡Es extraño!
- No es extraño, observa. Mira en ese rincón, le ha dejado amontonadas unas letras pintadas, has visto, las recoge en silencio, sin decir nada y se las lleva.
- No le ha dado las gracias...
- Tú crees que no lo ha hecho... no te das cuenta el aroma que ha quedado, a flores y hoy... a jazmín y a rosas, no crees que puede existir mejor regalo.
- Pero se ha ido, no le ha dicho nada.
- No te has fijado. Tienes que percibir, que sentir... he ha sonreído, eso vale un mundo y ese aroma es más bello e intenso que un beso no dado, no necesitan lo que nosotros esperamos... silencio... atento y mira lo que hace...

- ...ven... ven... no te escondas, te he visto, quién eres... -Le pregunta ella.
- No tengo nombre.

Lo mira si verlo, aunque eso, ¿realmente importa?

- Eso no importa. -Le dijo con una sonrisa.

El lápiz fue a detenerse sobre la superficie blanca del papel en el cual quedó impregnado todo el olor de la luz del atardecer.

Ella le sonrió y le dijo.

- ¡Gracias!
- ¿Por qué? -Le preguntó en silencio.
- Por haber detenido la voz y el tiempo de la tarde para que pudiese tomar ese color que ahora también permanece sobre el lienzo en blanco.

Su sonrisa iluminó el último rayo del ocaso, pero sobre el papel permanecía una delgada línea de un eterno atardecer.

Sus dedos se detuvieron, el lápiz dejó paso al pincel y de él una mota de color sobre una mota de aire suspendida en el interior de la habitación.

- Tómalo. -Le dijo una sombra a otra.
- ¿El qué?
- El sueño. No te has dado cuenta que ha dejado en mitad de la estancia un rayo del atardecer suspendido, tómalo, es nuestro sueño, el que ha creado para que se lo llevemos a quien le pertenece.
- y ¿a quién le pertenece...?
- A quien creía que los había perdido.


A la pintora de sueños, Kasia.


Ella comienza a pintar un sueño en el interior de una esfera de cristal... pero esa, esa es otra historia que se contará en otro momento...


Imagen y dibujos de Kasia Uminska.
Texto de Jesús López.


Quedan reservados todos los derechos de la propiedad intelectual del presente texto.

jueves, 19 de diciembre de 2019

...soñadoras...





-¿Qué buscas?
-...soñadoras...
-¿Para qué?
-...eso me lo tienes que decir tú...


Obra de Kasia Uminska.
"Las raíces del futuro", grafito y carbón sobre papel, 47x61 cm., 2019 (Fragmento)

Dibujo de Kasia Uminska.
Texto de Jesús López.

Quedan reservados todos los derechos de la propiedad intelectual del presente artículo.

"alas de amapola" en "The Floor", el nuevo programa de Antena 3 presentado por Manuel Fuentes.

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